Antes de que Google fuera el receptor de todas las dudas e inquietudes de la humanidad, las preguntas caían sobre los bibliotecarios y los libros. La Biblioteca Pública de Nueva York encontró un registro con consultas que sus funcionarios recibieron durante el siglo pasado, publicado por Business Insider.

La biblioteca seguirÔ compartiéndolas todos los lunes desde su cuenta de Instagram en inglés. Una bibliotecaria de la institución, Rosa Caballero-Li dijo en entrevista con la radio pública estadounidense que aún siguen recibiendo mÔs de 100 consultas por día.


“Hay algunas preguntas que respondimos hoy pero que probablemente respondamos tambiĆ©n maƱana”, explicó. Entre ellas, las mĆ”s comunes refieren a la Biblia, a las normas de etiqueta y tambiĆ©n cómo descargar ebooks en los lectores de libros electrónicos.

SegĆŗn Caballero-Li, muchos de los que llaman no tienen internet pero tambiĆ©n hay otros que recurren a la biblioteca cuando Google no puede responder sus preguntas. “No hay preguntas tontas”, concluyó la bibliotecaria.

Algunas pueden extraƱar, como esta que alguien –probablemente frustrado– hizo por telĆ©fono en 1947: “¿Es este el lugar donde hacer preguntas para las que no puedo recibir respuestas?”; otras pueden seguir teniendo vigencia con el correr de los aƱos como esta de 1956: “¿QuĆ© tipo de manzana comió Eva?”

En 1946, una mujer con voz “aterrorizada” llamó para preguntar quĆ© hacer si encontraba un ratón en su cocina. “¿El DDT (insecticida) sirve?”, inquirió desde el otro lado del telĆ©fono. SegĆŗn anotó el funcionario que la atendió, cuando le sugirió usar una trampa, la mujer gimió y le contestó: “¡No podrĆ­a levantar a un ratón muerto!”.

Uno de los registros que no tenĆ­a fecha era la consulta de un lector por un libro que creĆ­a se llamaba “Un largo tiempo en una cueva oscura”; en realidad, estaba buscando Cien aƱos de soledad, de Gabriel GarcĆ­a MĆ”rquez.

En 1961, antes de que llegaran servicios online para vender y comprar propiedades, una persona llamó desde Wilmington, Carolina del Norte, para preguntar dónde podía vender el segundo faro mÔs antiguo del país, que al parecer pertenecía a su padre.

En febrero de 1967 los funcionarios recibieron la llamada de una mujer que, confundida, necesitaba asesoramiento. “Fui a una fiesta de fin de aƱo e inesperadamente me quedĆ© a dormir. En realidad no conozco a los dueƱos de casa, ¿deberĆ­a enviarles una carta de agradecimiento?”. Pero sus dudas no terminaban ahĆ­. “Cuando conocĆ©s a un tipo que tiene 27 millones de dólares –lo sĆ© por que me lo dijo, 27 millones– y sabĆ©s su nacionalidad, ¿cómo encontrĆ”s su nombre?”, siguió la conversación.

Alguien que no se habĆ­a enterado de la muerte de Adolf Hitler llamó en 1947, buscando que le indicaran sus caracterĆ­sticas fĆ­sicas. “Creo que lo encontrĆ©, y camina mĆ”s fuerte con un pie que con el otro y todo”, explicó.

También se recibieron consultas por el ciclo de vida de una ceja, si los humanos son mamíferos, si Platón, Aristóteles y Sócrates eran la misma persona y por edificios diseñados con forma de frutas y verduras. AdemÔs, algunas personas pidieron una lista de hombres famosos nacidos de forma prematura y consultaron por el peso del cerebro de Napoleón.




ANUNCIO PATROCINADO



Con la tecnologĆ­a de Blogger.