La cantidad de niños que no obedecen a sus padres, que hacen lo quieren ha aumentado considerablemente en los últimos años. La pregunta es a qué se debe este fenómeno que causa tanto malestar a padres y docentes.
Los padres hoy en día trabajan muchas horas, están estresados pues corren para cumplir sus múltiples obligaciones. Cuando están con sus hijos se sienten cansados y exigidos. Por lo tanto les sugiero que cuando regresen a sus casas luego de horas de trabajo, se tomen unos pocos minutos para respirar y dejar las preocupaciones de lado y entrar calmos a su hogar. Desde ese lugar de tranquilidad se puede fijar y sostener los tan nombrados y necesarios límites. Si el padre grita o fija un límite, pero por impaciencia o irritabilidad, no lo sostiene, no tiene efecto educativo sobre los niños.

El primer paso para fijar límites es estar tranquilos para poder ser claros y concisos con la conducta que quieren obtener . Cuando los hijos ven a sus padres ansiosos e irritables no los obedecen, pues los sienten débiles. En cambio, cuando el padre está calmo, transmite firmeza y el niño lo siente como fuerte. Todos los hijos necesitan sentir que sus padres tienen más fuerza que ellos.

En los últimos años hemos asistido a un fenómeno llamado inversión de roles, otros lo denominan filiarcado. Esto significa que los niños se conducen como adultos y éstos últimos parecen niños en su conducta. Muchos padres preguntan a sus hijos sobre asuntos que pertenecen al mundo adulto.

Si el hijo está situado en el lugar del padre y éste en el papel del hijo, es imposible que los pequeños obedezcan a sus padres. Se necesitan padres calmos y que se sitúen en una posición de adulto. En ciertas situaciones los adultos parecen que fueran amigos enojados que amenazan y no cumplen o personas desesperadas para que los niños les hagan caso.

La desobediencia tiene que ver con la forma que los hijos perciben a sus padres. No hay recetas , solamente lineamientos para que los hijos los escuchen y cumplan lo que ustedes piden. No existen herramientas mágicas, lo esencial es cómo se siente el padre y en qué lugar se posiciona en el vínculo padre-hijo.

Además no hay que repetir más que dos veces, nunca amenazar y avisar lo que sucederá realmente si el hijo no obedece. Así el niño podrá predecir conductas y esto le brinda seguridad. La amenaza no sirve pues el pequeño no sabe qué sucederá realmente.

Las madres enojadas repiten varias s veces la conducta que quieren que sus hijos realicen, pero esto les causa enfado y así deja de ser un límite. La mayoría de los niños desobedecen pues sienten a los padres, impacientes, irritables, temerosos.


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