La tan anunciada creación de vida artificial será al siglo XXII lo que los transistores al siglo pasado: una disciplina que revolucionará la ciencia, la economía y la vida diaria.
¿Cómo lo llamamos?
La ingeniería biológica, es decir, meterse en las células para modificarlas y producir otras nuevas, ha creado grandes discusiones. Para algunos, cambiar genomas (como hizo Craig Venter) no es crear vida. Pere Puigdomènech, profesor del CSIC, señala que “hay gente que piensa que, como lo construimos nosotros, no lo podemos llamar vida. Pero eso es muy difícil de defender. ¿Los cromosomas no funcionan de forma idéntica a los otros? ¿Por qué, entonces, no los tenemos que llamar vivos?”
El origen
Hace unos años, el conocido Craig Venter anunció la creación de una célula artificial. Lo que el reconocido científico y emprendedor consiguió fue trasladar el genoma de la bacteria Mycoplasma mycoides e insertarlo en una célula receptora de Mycoplasma capricolum.
Y esto... ¿para qué sirve?
La ingeniería biológica, es decir, la modificación y creación de nuevos tipos de vida, tiene cuatro campos directos de influencia
Modificaciones de alimentos. Frutas y verduras que no solo son resistentes a plagas e insectos; también pueden incluir antibióticos.
Contaminación
Es posible cambiar el metabolismo de una célula para que esta utilice como alimento productos contaminantes o tóxicos, como petróleo y metales pesados.
Biocombustibles
Por el mismo sistema que se logra que una bacteria o alga se alimente de un contaminante, también se consigue que sus desechos sean biocombustibles.
Creación de fármacos
Al modificar genéticamente una célula es posible, por ejemplo, obtener una bacteria que produzca artemisina, el mejor tratamiento actual contra la malaria.
Manda huevos
En 2007, un grupo de científicos británicos del Instituto Rosling, Escocia, crearon gallinas cuyos huevos incluyen diferentes fármacos para tratar, por ejemplo, la artritis.