La mayoría de los animales vertebrados, incluyendo a los seres humanos, cuentan consangre de color rojo debido a la presencia de una proteína llamada hemoglobina. Esta se encarga de transportar oxígeno dentro del organismo y contiene hierro, lo que le da a la sangre su color característico.
El pulpo, en cambio, carece de hemoglobina y hierro. En vez, cuenta con un pigmento azul llamado hemocianina, el cual se encarga de transportar el oxígeno y da a su sangre un colo azulado.
El problema de las temperaturas muy frías es que, sin adaptaciones especiales, el proceso aeróbico sería imposible, pues el oxígeno ya no puede distribuirse a los tejidos. La razón por la cual la sangre del pulpo no se congela a -1,8 ° C, es que son animales isosmóticos, es decir, que su sangre tiene la misma salinidad que el agua de mar circundante.
En 2013, investigadores del Instituto de Investigación Polar y Marina en Alemania publicaron estudio en el que comparan una especie particular de octopodo de la antártida, llamado Pareledone charcoti, con sus parientes de aguas templadas y cálidas. Su objetivo era observar las diferencias en cómo transportan el oxígeno en su sangre.
Encontraron que Pareledone charcot disminuye la cantidad de oxígeno en la hemocianina para contrarrestar los efectos de la temperatura y, de esta manera, asegurar el suministro de oxígeno en todos sus sus tejidos y órganos. Curiosamente esta misma adaptación, que regula la cantidad de oxígeno en la sangre según la temperatura, les permite sobrevivir en aguas en el otro extremo del termómetro, ya que menudo se encuentran cerca de los respiraderos térmicos.