Posiblemente muchos habran visto ya la película Frozen. Si no, es el momento de sentarse con un cuenco de palomitas y fijarse en uno de los detalles, sólo apto para ojos atentos. En uno de los fragmentos del film en el que se canta una típica canción de Disney, Elsa se desplaza bailando por su castillo. En una de las estancias, llena de cuadros que hacen 'compañía' a la solitaria protagonista, se reconocen homenajes a Goya y otros pintores. Destaca entre ellos El Columpio de Fragonard, símbolo del Rococó.

Este cuadro, con unos colores pasteles que apetece comerse y una candidez apabullante, es en realidad una obra cargada de sensualidad. El marido, al fondo a la derecha, columpia a su mujer, que parece tener la cabeza en otro sitio: justo donde lanza el zapato. Allí, un joven guapo disfruta de las vistas que la joven, en secreto, le brinda.

Se dice que fue encargado por el pintor Boucher para su amante, pero que lo rechazó por la osadía, ya que es un cuadro que transmite un claro mensaje de infidelidad matrimonial. Demasiado para la moralina de Disney, que como ven, ha eliminado al joven de la izquierda y quitado 20 años de encima al señor de la derecha, convirtiéndole en un 'príncipe encantador'. 

Los genios del rococó deben estar revolviéndose en sus tumbas.


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