En tiempos difíciles, múltiples estudios han demostrado que nacen más niñas que niños. Nadie sabe por qué pero los caballeros no se deben preocupar por ser rebasados por las mujeres.
El análisis de los registros de una antigua iglesia en Finlandia ha revelado que los hombres que nacen en momentos de estrés sobreviven mejor que los nacidos en periodos menos desafiantes.
El trabajo ayuda a explicar por qué las mujeres pudieron haber evolucionado hacia esa tendencia de abortar algunos varones y podría favorecer el entendimiento de los abortos espontáneos.
Los hombres son más propensos que las mujeres a morir mientras están en el útero. El efecto de un clima extremadamente frío, terremotos, desastres naturales, incluso los ataques terroristas del 11 de septiembre en Nueva York pueden exacerbar esa diferencia, ya que en los meses siguientes la proporción de nacimientos de niños y niñas puede declinar muy por debajo de la relación normal 105 a 100.
Los biólogos han creído por mucho tiempo que las mujeres abortan espontáneamente fetos masculinos que son frágiles, dando lugar a nuevos embarazos y, probablemente, a un bebé más sano. También se cree que las mujeres tienen una mejor oportunidad de reproducirse comparadas con los hombres en tiempos duros, así que abortarlos no tiene mucho sentido evolutivo.
Debido a la gran inversión que se requiere para educar a un hijo “tendría que haber una mayor recompensa por ser capaz de elegir cuáles fetos se quedarán y cuáles no”, dijo Ron Lee, economista demográfico de la Universidad de California (UC), Berkeley.
Un resultado de ese “sacrificio” debería ser que los hijos más saludables nacieran en los periodos más difíciles. De hecho, en 2006 los investigadores de salud poblacional Ralph Catalano y Tim Bruckner descubrieron esta tendencia en la Base de Datos de Mortalidad Humana.
En años dificultosos, un mayor porcentaje de niños sobrevivió la infancia. Pero Bruckner quería ir más allá de estas estadísticas para ver no sólo si estos chicos nacidos en temporadas difíciles eran más saludables, sino también si nacerían más hombres que los nacidos en épocas de menos estrés. Ese patrón podría brindar una explicación evolutiva para el sacrificio. “Podría ser adaptativo”, comentó Lee.
Bruckner acudió a Virpi Lummaa, bióloga de la Universidad de Sheffield en Reino Unido, quien tiene siglos de registros digitalizados de la iglesia finlandesa que documentan historias familiares e información sobre los nacimientos de esa época.
Los investigadores analizaron la proporción sexual de los nacimientos entre 1790 y 1870 y la compararon con los varones que sobrevivieron su infancia, un indicador de cuán saludables fueron esos fetos, y con cuántos hijos tuvieron éstos posteriormente que hayan llegado a la pubertad.
Así encontraron16 años en los que el porcentaje de niños varones sobrevivientes tuvo una caída dramática con otro a finales del siglo XVIII, cayendo a 79 hombres por cada 100 mujeres. Esos niños lo hicieron mejor que sus pares nacidos en años normales, con cerca de 12% más de ellos sobreviviendo la edad de un año.
Los investigadores analizaron la proporción sexual de los nacimientos entre 1790 y 1870 y la compararon con los varones que sobrevivieron su infancia, un indicador de cuán saludables fueron esos fetos, y con cuántos hijos tuvieron éstos posteriormente que hayan llegado a la pubertad.
Así encontraron16 años en los que el porcentaje de niños varones sobrevivientes tuvo una caída dramática con otro a finales del siglo XVIII, cayendo a 79 hombres por cada 100 mujeres. Esos niños lo hicieron mejor que sus pares nacidos en años normales, con cerca de 12% más de ellos sobreviviendo la edad de un año.
Bruckner y Lummaa reportaron todo lo anterior esta semana en el Proceedings of the Royal Society B. La información también indicó que en los casos más extremos, los sobrevivientes produjeron 8.7% más descendencia que los varones nacidos en años en los que el número de bebés hombres y mujeres fue casi el mismo.
Este hallazgo ofrece una nueva confirmación para la sospecha de que los fetos masculinos son más vulnerables al aborto que los femeninos y que los fetos abortados son los frágiles”, apuntó William James, investigador honorario de la Universidad Colegio de Londres quien no se involucró en este trabajo.
Los investigadores todavía no saben cómo el estrés o el hambre pueden ser experimentados por una mujer embarazada en esos años inusuales. Sin embargo, “estos datos muestran que el entorno ambiental durante el embarazo da forma a la calidad de los varones durante su vida”, dijo Bruckner.
En general, los hombres mueren 5 ó 6 años antes que las mujeres. “Estamos tratando de entender las causas del desequilibrio de género en la duración de la vida, cómo contribuye a la variación y a cuánto tiempo viven las personas”, añadió. Precisar lo que sucede con los varones frágiles en el útero es un primer paso en esa dirección.
El estudio es muy intrigante, aseveró Ken Robert Smith, biodemógrafo de la Universidad de Utah en Salt Lake City, pues “cubre un tiempo en el que los padres no tenían control sobre el sexo de sus hijos” y, por lo tanto, “la proporción de sexos refleja un juego básico de la biología y el estrés ambiental”.
Comparar la sobrevivencia de niñas y su predominancia durante los años de normalidad debería ayudar a garantizar que los hombres son realmente más robustos y que no sólo se benefician de un ambiente que fue mejor para todos los infantes, dijo Smith.
Asimismo, una evaluación de la supervivencia de los hermanos habría fortalecido los resultados. Lee se cuestiona si hay alguna forma de evaluar si el feto abortado se tradujo en un mejor cuidado de los hermanos o de una madre sana. En cualquier caso, la obra "demuestra que las fuerzas básicas que surgen temprano en la vida tienen importantes consecuencias”, concluyó Lee.
Este hallazgo ofrece una nueva confirmación para la sospecha de que los fetos masculinos son más vulnerables al aborto que los femeninos y que los fetos abortados son los frágiles”, apuntó William James, investigador honorario de la Universidad Colegio de Londres quien no se involucró en este trabajo.
Los investigadores todavía no saben cómo el estrés o el hambre pueden ser experimentados por una mujer embarazada en esos años inusuales. Sin embargo, “estos datos muestran que el entorno ambiental durante el embarazo da forma a la calidad de los varones durante su vida”, dijo Bruckner.
En general, los hombres mueren 5 ó 6 años antes que las mujeres. “Estamos tratando de entender las causas del desequilibrio de género en la duración de la vida, cómo contribuye a la variación y a cuánto tiempo viven las personas”, añadió. Precisar lo que sucede con los varones frágiles en el útero es un primer paso en esa dirección.
El estudio es muy intrigante, aseveró Ken Robert Smith, biodemógrafo de la Universidad de Utah en Salt Lake City, pues “cubre un tiempo en el que los padres no tenían control sobre el sexo de sus hijos” y, por lo tanto, “la proporción de sexos refleja un juego básico de la biología y el estrés ambiental”.
Comparar la sobrevivencia de niñas y su predominancia durante los años de normalidad debería ayudar a garantizar que los hombres son realmente más robustos y que no sólo se benefician de un ambiente que fue mejor para todos los infantes, dijo Smith.
Asimismo, una evaluación de la supervivencia de los hermanos habría fortalecido los resultados. Lee se cuestiona si hay alguna forma de evaluar si el feto abortado se tradujo en un mejor cuidado de los hermanos o de una madre sana. En cualquier caso, la obra "demuestra que las fuerzas básicas que surgen temprano en la vida tienen importantes consecuencias”, concluyó Lee.