Lo que vieron los médicos fue tan llamativo que el paciente H.W. protagonizó recientemente uno de los artículos de la revista Neurocase, donde los especialistas en neurología comparten los casos más extraños en busca de explicación. El escáner demostró que el hombre presentaba una "agenesia del cuerpo calloso", lo que traducido significa que sus dos hemisferios cerebrales estaban desconectados desde el nacimiento. ¿Por qué es tan extraordinario el hallazgo? Pues porque este tipo de casos se diagnostica pronto, ya que las consecuencias del problema se dejan notar con los primeros años del desarrollo. El paciente H.W., sin embargo, había tenido una vida aparentemente normal.
Antes de continuar debemos explicar lo que es el cuerpo calloso. Si observas la imagen superior verás que el cerebro está dividido en dos partes (de ahí su característica forma de nuez) y que bajo el espacio entre los hemisferios existe un haz de conexiones que incluye unos 200 millones de tractos neuronales (como uno de los cables más gordos del cerebro, por explicarnos mal y rápido). Estas conexiones permiten intercambiar información entre dos hemisferios y en ocasiones se cortan a propósito, en los casos en que le neurocirujano debe intervenir para impedir ataques epilépticos que imposibilitan una vida digna.
Tanto los pacientes que nacen sin el cuerpo calloso como aquellos a quienes se opera para interrumpir la conexión presentan una serie de dificultades muy marcadas en su desarrollo que impiden una vida normal con grandes dificultades a la hora de alimentarse, comunicarse con los otros o visualizar correctamente el entorno. El paciente H.W., sin embargo, había llevado una vida independiente, primero como militar y luego como repartidor de flores y nunca antes había referido ninguna anomalía neurológica digna de reseñar.
El equipo de Natalie Brescian, que ha examinado el caso, sometió al anciano de 88 años a diversas pruebas y comprobó que no tenía problemas de comprensión, razonamiento ni percepción visual y auditiva, pero cuando le sometieron a tests más precisos sí detectaron dificultades de memoria y en el control motor fino, especialmente cuando le ponían a coordinar ambas manos a la vez haciendo, por ejemplo, un dibujo.
Es difícil saber a estas alturas qué parte de estas dificultades pueden ser únicamente fruto de la edad, pero lo que parece cierto es que el caso de este hombre es un ejemplo más de que la plasticidad cerebral puede ayudar a superar los impedimentos anatómicos más increíbles y que la adaptabilidad de nuestras neuronas nunca nos dejará de sorprender.