Se puede matar a alguien provocándole un ataque al corazón por control remoto, y los drones permiten descubrir un arma desde una altura de cinco mil metros. Mucho de lo que nos cuentan en las películas de espías es verdad

Las águilas de acero que escanean el suelo

En el filme Red de mentiras, Russell Crowe es un alto cargo de la CIA que, desde su despacho en EEUU, sigue a través de varios monitories los pasos de su agente de campo desplazado a Pakistán, gracias a las imágenes que, en tiempo real, le sirve una red de drones. Ese despliegue es bastante realista, tal y como explica Greg Davis, un técnico que ha colaborado en el diseño de los aviones espías estadounidenses ScanEagle UAV. Estas unidades (en la foto superior vemos una capturada en Irán en 2012) pueden detectar a una persona desde una altura de cinco mil metros, y son capaces incluso de saber si lleva un arma. “La diferencia con la ficción”, afirma Davis, “es que la resolución nunca es tan nítida como la que obtienen en las películas”.

Los guantes más codiciados

La ficción copia a la realidad? Bueno, en ocasiones sucede exactamente lo contrario. Prueba de ello es que algunos de los gadgets más espectaculares que hemos visto en películas como Misión: Imposible, 4, se han convertido en realidad. Sucede, por ejemplo, con los guantes magnéticos que Tom Cruise utiliza para trepar por las paredes de un edificio en Dubái. La agencia de investigación militar estadounidense DARPA se ha inspirado en ellos para crear un modelo que sea capaz de adherirse incluso a superficies de cristal. Para ello, han creado un tejido especial capaz de soportar hasta trescientos kilos de peso. Y no es el único gadget de la película que va a saltar al mundo real. Una compañía alemana llamada UltraTrans ha anunciado que está tratando de crear un taje magnético que permita levitar, como el que Jeremy Renner usa en la cinta.

Los ojos del cielo

Los satélites espía son otro elemento omnipresente en las modernas historias de espionaje. En la película Juego de patriotas vemos cómo uno de estos ingenios rastrea el desierto libio para localizar un campo de entrenamiento de terroristas y, una vez descubierto, enfoca mediante un zoom el rostro de una persona para identificarla. En el mundo real, estos satélites existen, y los que utiliza Estados Unidos reciben el nombre de KH-11. Se sabe muy poco de ellos, ya que son material ultrasecreto, y lo único que ha trascendido es que se utilizan para escudriñar áreas muy vastas de la superficie terrestre, ya que su resolución es bastante pequeña (no supera los 15 cm), lo que los imposibilita para poder leer matrículas de coches, identificar rostros, y otras tecnohazañas a las que nos ha acostumbrado el cine.

Infartos provocados a distancia

En un episodio de la serie Homeland asesinan al vicepresidente de los EEUU, William Walden, hackeando su marcapasos para provocarle un infarto letal. Una estrategia criminal tan retorcida como factible, tal y como demostró un experimento realizado por Barnaby Jack, especialista en seguridad informática de IOActive, quien logró manipular por control remoto un marcapasos y convertirlo en una bomba capaz de descargar 830 voltios en el corazón de su portador. Ahora se ha sabido también que el ex vicepresidente Dick Cheney ya era consciente de ese riesgo e hizo desactivar el wireless de su dispositivo.

El corazón del espionaje mundial

El cuartel general de la CIA en Langley, Virginia, es uno de los edificios que más aparecen en el cine. Aunque, paradójicamente, solo está permitido filmar en dos de sus estancias. La primera es el vestíbulo, en cuyo suelo figura el emblema de la agencia (y que aparece en la imagen inferior, de la película Argo de Ben Affleck). La otra es el memorial, una sala desde la que el presidente de EEUU y el director de la agencia pronuncian discursos, y en cuyo muro hay cien estrellas (foto superior), una por cada agente fallecido en acto de servicio.

El espía del futuro

Este es el aspecto que tendría MOIRE, el nuevo satélite de vigilancia que está desarrollando DARPA. Va equipado con una membrana óptica que le permite tener acceso al 40% de la superficie terrestre desde una sola perspectiva.







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