Si el pasajero viajase dentro de la cápsula de la imagen junto a otras cinco personas, su límite de ocupación, le tocarían menos de dos metros cuadrados. Eso en el caso de que el habitáculo, de tres metros de alto, estuviera vacío. Y si algún astronauta va a viajar al espacio profundo en el futuro próximo, lo más probable es que lo haga, efectivamente, a bordo de una cápsula como esta. La nave, de nombre Orion, dio dos vueltas a la Tierra, sin tripulación, el pasado diciembre en una excursión que le llevó algo más de cuatro horas. Fue el primer ensayo de un proyecto de la NASA para mandar un grupo humano a planetas lejanos como Marte, o quizá a algún asteroide. Eso será, como muy pronto, en 2021. La cápsula, montada en un cohete con un poder de propulsión de récord, volvió a la Tierra por su cuenta en un descenso aparentemente pausado, frenado por varios paracaídas. Pero en realidad, la entrada en la atmósfera terrestre fue salvaje: cayó hacia el mar a más de 30.000 kilómetros por hora.






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