En su versión original, el conejo era precisamente eso: un animalito orejudo de cuatro patas. Sin embargo, con el paso del tiempo fue humanizado, comenzó a andar en dos patas, hablar y cargar cestas.
Con la llegada de la Pascua, el conejo se convierte en el disfraz más común en varios países. La idea es siempre divertir a los más pequeños, pero algunos logran todo lo contrario.