Pescados grasos como el salmón, el atún, la trucha y las sardinas contienen la mayor cantidad de ácidos grasos Omega-3, componente clave de las membranas celulares que ayudan a la señalización celular, la apropiada función inmune y mejoras el funcionamiento cognitivo.

Aunque muchos estudios destacan la importancia de estas grasas para la salud del corazón, la mayoría de la gente no es apta a consumirlas.

Tan sólo en los Estados Unidos se estima que cada año 720, 000 personas sufren infartos. Sin embargo después de un ataque cardiaco, el corazón puede remodelarse o reorganizarse para mantener o mejorar sus funciones, pero en algunos casos, éste puede sufrir cambios adversos, como un crecimiento desmesurado del mismo, disminución de la capacidad de bombeo o mayor tensión cardiaca que pueden originar insuficiencias y arritmias.

Pero al parecer, la ingesta de Omega-3 reduce la inflamación y protege el corazón de quienes han sufrido ataques cardíacos previamente, según un ensayo que se presentará en la Sesión Anual del Colegio Americano de Cardiología.

En el estudio, los participantes que tomaron 4 gramos de omega-3 diariamente durante seis meses después de un ataque al corazón mostraron mejoras significativas en la función cardiaca en comparación con quienes sólo tomaron un placebo.

Asimismo, quienes consumieron los ácidos grasos Omega-3 tuvieron menos evidencia de fibrosis (engrosamiento o cicatrización de áreas del corazón causado cuando el músculo cardíaco trabaja más duro y bajo alta presión para compensar el daño al corazón causado por un infarto).

Dar una alta dosis de ácidos grasos omega-3 poco después de un ataque al corazón parece que mejora la estructura cardiaca y hace que el corazón funcione más allá de la norma. Ya que este es un grupo único de pacientes con muy alta adherencia a los tratamientos para infarto agudo de miocardio, nos sentimos bastante seguros de que los beneficios de esta terapia son agregados.

Las implicaciones de este estudio podrían ser bastante grandes", dijo el Dr. Raymond W. Kwong, director en el Hospital de Mujeres de Brigham y autor principal del estudio.

Aunque investigaciones previas han demostrado que los ácidos grasos Omega-3 pueden reducir el riesgo de latidos irregulares del corazón y la muerte por infarto, Kwong aseguró que su análisis ha sido el primero en utilizar imágenes cardiacas para observar cómo los ácidos grasos Omega-3 protegen el corazón después de un infarto.

Al azar, el equipo de investigadores agruparon a 374 pacientes que habían sufrido un ataque al corazón en dos grupos: uno grupo recibió 4 gramos de Omega-3 y el otro un placebo y les realizaron exámenes de sangre y de imagen cardiaca a las dos o cuatro semanas de sucedido el infarto y posteriormente, a los seis meses (duración del estudio).

En comparación con los estudios anteriores, esta investigación utilizó una dosis mucho mayor de ácidos grasos omega-3, 4 gramos en lugar de uno, y un placebo, en este caso aceite de maíz, el cual no contiene ácidos grasos. Mediante el uso de imágenes de resonancia magnética, los investigadores fueron capaces de observar los cambios en el corazón de los pacientes y ver la enfermedad antes y después del tratamiento.

Los pacientes que tomaron el Omega-3 mostraron un deterioro de la función cardiaca 39 % menor en comparación con los pacientes que tomaron el placebo. Igualmente, los marcadores clave de la inflamación sistémica mejoraron en aquellos que tomaron las pastillas de Omega-3.

Los ácidos grasos Omega-3 pueden tener efectos anti-inflamatorios y promover una mejor cicatrización cardiaca. Esto es importante porque otros agentes anti-inflamatorios, incluyendo los esteroides y los anti-inflamatorios no esteroideos, no han logrado hacer una diferencia después de un infarto de miocardio […] parece que un aumento del 5% por en el nivel de los ácidos grasos Omega-3 se correlaciona con una mejora del 10 % del remodelado ventricular izquierdo ", dijo Kwong.

Kwong señaló que dosis más altas de ácidos grasos Omega-3 no se han asociado con problemas importantes de salud. Además, agregó que la dosis es bien tolerada por los pacientes y que los 4 gramos suministrados equivalen aproximadamente a una porción de 226 gramos de salmón.

Los niveles en el contenido de ácidos grasos Omega-3 en la sangre de muchos de los pacientes del estudio de Kwong, después de los 6 meses de suministrarse continuamente el producto, fueron similares a los encontrados en las poblaciones japonesas con una dieta muy rica en ácidos grasos Omega-3, y que en comparación con los norteamericanos sufren menos problemas cardiacos.

No obstante, es estudio es limitado ya que no investigó la asociación entre los ácidos grasos Omega-3 y los eventos cardiacos después de un infarto. Evaluar esta relación requiere de dar seguimiento durante un periodo muy prolongado a un gran grupo de personas. Asimismo, cabe señalar, que la investigación de Kwong no evaluó el tratamiento de Omega 3 inmediatamente después de sufrir un ataque al corazón.




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