Un nuevo estudio del Instituo Weizman sugiere que una de las razones para esta costumbre antigua podría ser el constatar el olor del otro. Incluso cuando no estamos conscientes de ésto, un apretón de manos puede proporcionar a las personas una vía de comunicación aceptable a través del sentido del olfato.

El reporte sugiere que las personas no solamente se encuentran expuestas a señales químicas importantes para la socialización de forma pasiva, sino también las buscan activamente. Los roedores, perros y otros mamíferos se olfatean comúnmente en interacciones sociales, y parece que los humanos han dejado esa práctica en transcurso evolutivo, aunque solo en un nivel subliminal.

Para determinar si un apretón de manos transfería olores, los investigadores primero hicieron que investigadores con guantes les dieran la mano a sujetos sin guantes, posteriormente analizaron el guante en busca de residuos olfativos. Descubrieron que un apretón de manos era suficiente para transferir varios olores conocidos por dar señales químicas importantes en mamíferos.

Después, para explorar el rol potencial en la comunicación de olores de un apretón de manos, los científicos utilizaron cámaras encubiertas para filmar a los 280 voluntarios antes y después del saludo de un investigador, quien en algunas ocasiones les dio la mano y en otras no.

Descubrieron que tras un saludo de mano de una personas del mismo sexo, los sujetos duplicaron el tiempo que posteriormente pasaron oliendo su propia mano derecha (la que tuvo el contacto). En contraste, tras darle la mano a alguien del sexo opuesto, los individuos aumentaron el tiempo que pasaban oliendo su mano izquierda.

Los investigadores midieron el flujo de aire nasal de los participantes para asegurarse de que en estaba olfateando sus manos y no solo acercándolas a su cara. También analizaron si podrían manipular esta acción introduciendo distintos olores al marco experimental. Por ejemplo, cuando la mano estaba impregnada de un perfume comercial unisex, el olfateo aumentaba, en cambio, cuando se impregnaba a la mano de un olor derivado de hormonas sexuales, disminuía.

Los resultados, descritos en el diario eLife, sugieren que en su origen evolutivo, un apretón de manos servía para registrar señales olfativas y que tal señalización puede todavía ser un importante, aunque subliminal, componente de ésta costumbre.




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