No cabe duda que en algĂșn momento de nuestra vida hemos recurrido a la mentira. Lo hacemos tan a menudo que lo vemos como algo normal. Calificamos nuestras mentiras como ‘blancas’, piadosas o imperdonables y cuando decimos que no volveremos a mentir, lo hacemos una vez mĂĄs. Pero, ¿por quĂ© mentimos? ¿SerĂĄ acaso un proceso natural de las relaciones?

La mentira puede ser definida sencillamente como “lo contrario a la verdad, o sea falsedad”, segĂșn la psicĂłloga clĂ­nica Grisell RodrĂ­guez. La Enciclopedia de FilosofĂ­a de Stanford detalla que para darle cualidad de mentira a lo que se dice, se requiere que una persona reconozca dicha mentira como algo verdadero. De este modo, mentir se da en un proceso interpersonal donde ocurre una respuesta al engaño, que bien puede ser creer o no creer.

SegĂșn RodrĂ­guez, los estudios señalan que en una conversaciĂłn de 10 minutos estarĂ­amos diciendo al menos una mentira. Si tenemos diez conversaciones en un dĂ­a, cada una de al menos diez minutos, estaremos diciendo o escuchando un promedio de 10 mentiras por dĂ­a.

Del mismo modo, caer en la deshonestidad puede ocurrir por diversas razones y mientras algunas inofensivas, otras no tanto.

“Cuando mentimos, escondemos la verdad con algĂșn propĂłsito. Usualmente mentimos tratando de favorecernos a nosotros mismos y asĂ­ poder encontrar una salida a algĂșn problema. Muchos mienten para escapar de algo o para obtener atenciĂłn y reconocimiento”, explicĂł la psicĂłloga clĂ­nica, Yadira VĂĄzquez.

TambiĂ©n recurrimos a la mentira, segĂșn RodrĂ­guez, cuando nos sentimos amenazados o al intentar ocultar los sentimientos. Esta conducta puede resultar enfermiza en muchas ocasiones.

“Cuando el mentir te trae problemas y si se hace continuamente podrĂ­a ser perjudicial para la persona y para otros, ya sea por compulsividad o porque se convierte en un mal hĂĄbito”, expresĂł la experta.

La situaciĂłn puede tornarse mĂĄs compleja cuando la persona que miente comienza a creerse sus propias mentiras. Estas personas, por lo general, han adaptado la mentira como forma de relacionarse. SegĂșn RodrĂ­guez, estas personas pueden resultar mĂĄs difĂ­ciles de identificar a simple vista ya sea por algĂșn gesto o señal no verbal que apunte a que estĂĄ diciendo algo falso.

A pesar de esto, la psicĂłloga expuso que la mentira debe observarse como parte de la naturaleza del ser humano, aunque no se justifica.

Por otro lado, “en ocasiones, decimos ‘mentiras piadosas’ para que otros no tengan miedo. Estas son mentiras que pensamos no le hacen daño al prĂłjimo, pero pueden crear desconfianza”, explicĂł VĂĄzquez.

Aunque ser deshonestos para evitar ciertas situaciones puede parecer una idea atractiva, es importante recordar que “mentir puede traernos consecuencias negativas como problemas en las relaciones, en el trabajo y la familia”, señalĂł la psicĂłloga. La mentira en sĂ­ puede provocar sentimientos de culpa, desconfianza y enojo que muchas veces ponen punto final a las relaciones de cualquier Ă­ndole.

Desde niños. SegĂșn VĂĄzquez, “es cuestionable si se aprende a mentir o si es simplemente nuestra naturaleza humana”. Sin embargo, reconocemos que se obtiene la capacidad de engañar desde muy corta edad y los padres deben estar preparados para lidiar con las inventivas formas en que sus hijos ocultan la verdad.

SegĂșn un artĂ­culo de 2014, publicado en Mental Health Matters, los niños mienten por no tener aĂșn la capacidad mental para resolver sus problemas y recurren a la mentira como mĂ©todo para esconder o esquivar consecuencias. AsĂ­, los padres deben buscar opciones para educar a sus hijos sobre la honestidad.

No obstante, amenazar de castigo a los niños no resuelve nada. Una investigación de la Universidad McGill en Canadå que estudió a 372 niños entre las edades de 4 a 8 años, concluyó que estos eran menos propensos a decir la verdad cuando temían a un castigo. Los expertos a cargo del estudio indicaron que amenazar a los niños con castigarlos podría tener el efecto contrario al que se busca.

Del mismo modo, los niños aprenden a mentir por el modelaje de sus padres, segĂșn un artĂ­culo de 2014 publicado en Psychology Today.

El artículo detalla que, por ejemplo, si un niño aprende que mamå o papå estå siendo infiel y alguno de los dos le dice al niño que no diga nada para que no se sienta mal, este aprenderå que ser infiel estå bien siempre y cuando la otra persona no se entere.

Es necesario, segĂșn se reporta en Mental Health Matters, que los padres les enseñen a sus hijos a tomar responsabilidad por sus decisiones y no tomar la ‘presiĂłn de grupo’ como una justificaciĂłn.

Del mismo modo, los padres deben hablar sobre las consecuencias que conlleva mentir y hacer hincapié en el daño que esta conducta podría causar.




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