Un reciente estudio realizado por la Universidad de Duke demuestra que si bien estos roedores no tienen la habilidad de las aves para emitir canciones, sí logran crear tonadas complejas acordes a cada situación. En el experimento, los científicos hacían que los machos olieran la orina de una hembra a la que no podían ver y registraban los sonidos emitidos. Estos tenían un grado de complejidad y volumen mucho mayor que si los machos podían ver a la hembra. Los expertos suponen que al verla, el macho ahorraba energía del canto para utilizarla en el cortejo y persecución de la hembra.
En cuanto a las féminas, estas preferían escuchar las tonadas más complejas. Aún se desconoce cuánto puede modificarse la canción pero de acuerdo con Erich Jarvis, profesor de neurobiología en la Universidad Duke y director de la investigación, “la respuesta podría resultar importante para estudios de autismo, deficiencias en la comunicación y, presumiblemente, los circuitos cerebrales que controlan los comportamientos aprendidos. Por ello son varios los científicos alrededor del mundo que estudian la plasticidad de las canciones”.
Aunque suene increíble, los expertos han subido las canciones a MouseTube, un archivo de todos los ultrasonidos de ratones grabados y que se encuentra en el Instituto Pasteur de París. El trabajo ha sido publicado en Frontiers of Behavioral Neuroscience.