Hasta ahora se había pensado que el secreto estaba en el tamaño de su cerebro, pero aunque el misterio se resuelve en este preciado órgano, lo cierto es que son diferencias estructurales lo que les permite tener esta popular habilidad. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores se propusieron investigar cómo los patrones de expresión génica variaban en las distintas especies, comparando los resultados obtenidos con otras especies como los colibríes. Pusieron especial énfasis en aquellos genes que estaban activos en las regiones correspondientes al aprendizaje vocal en el cerebro de los humanos y también en el de los pájaros cantores.
Este análisis les llevó a poder identificar la clave de las diferencias estructurales entre los papagayos y otros grupos de aves. Si bien todas poseen áreas de aprendizaje vocal muy definidas (conocidas como núcleos), los loros tienen otra estructura alrededor de esta región que parece jugar un papel muy importante en el proceso de aprendizaje vocal. Curiosamente, los científicos descubrieron que esa zona, denominada 'anillo exterior' o 'concha', era mayor en aquellos que son más hábiles para imitar los sonidos y palabras de los seres humanos. La investigación explica que las neuronas que pertenecen a las conchas involucradas en el proceso surgieron hace unos 29 millones de años.