Si los colores fueran alimentos, el rosa sería un chicle relleno de significado. Ninguna tonalidad acumula tantas asociaciones como el rosa: es el color que la sociedad moderna ha asociado a lo cursi y a la feminidad.

Pero, ¿cuál es el origen de todo esto? ¿Por qué el amarillo no acabó siendo el color asociado a las mujeres por excelencia? La escritora Jennifer Wright ha investigado sobre ello y ha reunido una serie de momentos históricos esenciales.

Mucha gente considera que el nacimiento del rosa como color femenino fue a a raíz de la mítica novela Mujercitas, de Louisa May Alcott. Una frase del libro publicado en 1869 hacía referencia a la utilización de dos lazos (uno rosa, otro azul) para diferenciar el sexo de dos bebés.

Pero Wright explica que en aquella época todos los recién nacidos iban de blanco por cuestiones prácticas y de higiene. De hecho, algunos libros sobre feminidad asociaban el azul con las niñas por ser más "delicado y exquisito" y en numerosos museos se encuentran juguetes y regalos rosas para bebés varón.

En el siglo XVIII era perfectamente posible que un hombre luciera un traje de seda de color rosa con bordados florales, y hasta bien entrado el siglo XX tanto ellos como las mujeres vestían este color por igual.

Eso sí, en 1920 esta tonalidad pastel era cosa de jóvenes o de hombres "extravagantes": "Hay una escena en El gran Gatsby, donde Tom rechaza a Gatsby diciendo: '¡Un hombre de Oxford! Es como el infierno. Lleva un traje de color rosa"'.

El momento clave fue la Segunda Guerra Mundial, y estuvo protagonizado por la primera dama de Estados Unidos: el rosa era el color favorito de Mamie Eisenhower.

Con este vestido que lució en una gala en 1953, la esposa del presidente se convirtió en un símbolo de paz y prosperidad para los millones de mujeres que habían ocupado los puestos de trabajo masculinos durante el conflicto.

Por aquella época, Mamie Eisenhower declaró: "Ike dirige el país, yo giro las chuletas de cerdo". El mensaje estaba claro: los hombres ya están en casa, las mujeres pueden volver a su rol tradicional.

El despegue simbólico masivo del rosa lo dio la voluptiosa actriz Jayne Mansfield, que iba uniformada de este color.


Una de sus declaraciones de la época podría considerarse el primer discurso semiótico sobre el rosa como color sexista: "Los hombres quieren una chica que sea rosa, indefensa, y que hagan un montón de suspiros".

Vestir de rosa pasó a ser la forma más directa de convertirse en una criatura delicada y lejana a la imagen de una obrera de fábrica.

De alguna forma, este color representaba la vuelta de muchas mujeres a la vida doméstica, algo positivo para la mayoría: la entrada al mundo laboral no había sido precisamete una experiencia agradable y divertida.
El boom de los productos cosméticos y del hogar asociados a este color hicieron el resto.

En el libro Pink and Blue: Telling the Boys from the Girls in America, Jo Paoletti explica que en los años 70 la moda infantil era unisex. Cuando esa generación tuvo hijos a finales de los 80, adoptó la moda de la ropa muy codificada en base al género. Era una reacción a su propia educación: muchos padres y madres pasaron a vestir a sus hijos como "muy niños" o "muy niñas".
Así fue como el rosa entró en una fase infantil, sólo las niñas lo vestían y se convirtió en el emblema de las princesas con el que la mayoría de nosotras hemos crecido.
Hoy en día el rosa sigue siendo utilizado con fines sexistas y son muchas las iniciativas buscan separar este color de la feminidad normativa, sobre todo entre los niños y niñas. Una de las polémicas más recientes y que mejor ilustra este hecho son las camisetas infantiles diseñadas por Zara: las de niño, con letras azules, lleva escrito "Cool & Clever". Las de niñas, en letras rosas, rezan: "Pretty & Perfect".

A pesar de que aún arrastra significados del pasado, el rosa ha trascendido fronteras de género reapareciendo en los armarios masculinos a través de deportistas y estrellas de hip hop. Estos referentes de virilidad están ayudando a la industria de la moda a disipar dudas y calmar a los posibles clientes: el rosa puede ser un color de hombres.
Este color también es un símbolo pop. Forma parte del imaginario de muchos artistas y es considerado un símbolo de artificialidad perfecto para la subversión. Pero sobre todo el rosa ha pasado de representar la apatía doméstica a vestir luchas y activismo político.

El grupo estadounidense de mujeres 'Code Pink- Mujeres por la Paz' lo adoptó para identificarse en su fundación en 2002 y lo ondeó para dar fuerza a su famosa campaña anti militarista en 2006.

Hoy el rosa es utilizado para representar una feminidad ambiciosa y libre de cadenas sexistas: sin ir más lejos, es el color corporativo del partido sueco Iniciativa Feminista, el primero en representar la igualdad de género como prioridad política.





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