Érase una vez una empanadilla feliz, amante de los lápices de colores y la playa, que se chocó de lleno con una croqueta.

Ella era empanadilla, y él era croqueta, y aunque a él no le gustaba la playa, acabó enamorándose de ella.

Esa, en resumidas cuentas, podría ser la historia de dos amantes graciosos y curiosos a los que el destino unió.

Sin embargo Ana Oncina —su creadora, una joven ilustradora española— no quiso mostrar sólo las cosas bonitas de su historia, sino que se lanzó de lleno a sacar los trapos sucios de la entrañable pareja porque, ¿acaso no son esos trapos sucios los que hacen emocionante una historia?






 



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