El hecho ocurrió en un mercado del East Ham londinense, donde un hombre intentó hurtar una serie de productos, metiéndonos en su bolso, y fue descubierto por el dueño del comercio. Una vez lo obligó a abrir el bolso y percatarse de su contenido, el propietario comenzó a golpear brutalmente al ladrón, humillándolo y obligándolo a dejar las cosas hurtadas, al grito de que no volviera más por el lugar.
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