Algunos críticos de Nostradamus señalan que si tenía que pasar a la historia, debió ser por su abnegación como practicante de la Medicina y no por su competencia como profeta. Sus partidarios dicen que supo ocultar magistralmente, en un lenguaje críptico, el pronóstico de hechos trascendentales para la humanidad. ¿Quiénes están en lo cierto?
El médico y astrólogo francés Michel de Nostradamus vivió entre 1503 y 1566, en pleno apogeo de la Inquisición. Años antes de que el Santo Oficio se fijara en él como posible carne de hoguera por sus sospechosas profecías, ya había escandalizado a sus maestros por simpatizar con las teorías de Nicolás Copérnico, un polaco que se había atrevido a decir que la Tierra giraba alrededor del Sol y por eso ahora es considerado el fundador de la moderna Astronomía. Con estudios avanzados de Medicina, Nostradamus luchó contra la epidemia de peste bubónica que asolaba Europa en ese tiempo, quizá con más abnegación que talento.
Durante el combate contra la peste, Nostradamus se hizo apotecario (boticario), un oficio que estaba prohibido. Creó un fármaco que se hizo muy popular, conocido con el nombre de la «píldora rosa», aparentemente rico en vitamina C. En ese tiempo no se llevaban estadísticas y no se sabe si la píldora salvó a alguien. Lo que sí es seguro es que el rol de la vitamina C en los procesos orgánicos solo vino a ser conocido con certeza durante el siglo XX. Su labor de boticario le costó a Nostramus la expulsión de la Universidad de Montpellier, en la que aspiraba a doctorarse.
De médico a almanaquero y a profeta
Quizá desilusionado de la Medicina, Nostradamus empezó a hacer almanaques, unos papeles que en ese tiempo no se conformaban con señalar los días y los meses del año, sino que también pronosticaban sobre el porvenir del que encargara uno. Se hizo tan popular como pueden serlo hoy en día los astrólogos más conocidos de la televisión y la misma reina, Catalina de Medici, lo citó en palacio para que le dijera lo que le deparaba el porvenir a sus hijos. No sabemos si Nostradamus predijo la corta vida de Francisco II, el hijo mayor de Catalina y el rey Enrique II, que murió a los 16 años por una otitis que se complicó, pero lo cierto es que su fama creció después de haberse convertido en el astrólogo de la reina.
Un libro escrito para no ser entendido
Es difícil dar crédito a las profecías contenidas en un libro que fue escrito para que no fuera entendido a plenitud. Nostradamus sabía los riesgos que corría con el «Martillo de Dios», el Santo Oficio de la Inquisición, y escribió su libro profético en un lenguaje muy complicado y en varios idiomas entremezclados. Ya te imaginarás que en la traducción cabe todo. Los partidarios de Nostradamus siempre ven sus profecías en retrospectiva, casi nunca en perspectiva. Es decir, después que un hecho ocurre, buscan entre las cientos de profecías una que cuadre. Como están escritas en un lenguaje lo suficientemente vago e impreciso, siempre hay una que se avenga con el hecho ocurrido.
Distinto hubiera sido que Nostradamus dijera que en 1883 la isla indonesia de Krakatoa se haría pedazos por la erupción de un volcán, que las cenizas alcanzarían 80 kilómetros y que 44 años después emergería del mar, en el mismo sitio, otro volcán. ¡Eso si hubiera sido sobrecogedor!
En el tiempo de Nostradamus, llamar la atención con un libro profético era fácil. Pronosticar terremotos, erupciones volcánicas, revoluciones, cese del pago de impuestos y hasta la extinción del planeta por el choque de un meteorito, es muy sencillo si no se tiene que aportar más información. Cualquiera de esas cosas puede ocurrir. Hoy, quién realice una proyección similar hace el ridículo si no aporta las coordenadas del lugar en el que ocurrirá el hecho, la hora GTM estimada y las fuentes serias en que basa su pronóstico, incluyendo los url de las mismas por si alguien quiere verificar.
Las profecías sobre terremotos
Nostradamus profetizó terremotos para Italia, con una devastadora erupción del Vesubio y para el Oeste de los Estados Unidos. El Vesubio ya había rugido varias veces y de hecho, sepultó a las ciudades de Pompeya y Herculano 423 años antes del nacimiento del astrólogo. Algunos se sorprenden de que pronosticara terremotos en el oeste de los Estados Unidos, que, como se supo mucho después de Nostradamus, es una de las zonas de mayor riesgo sísmico en el mundo por la falla de San Andrés. De hecho, San Francisco ha sufrido varios intensos sismos, el último en 1989.
En los tiempos de Nostradamus se creía que los terremotos podían ocurrir en cualquier lugar (lo que es verdad, aunque con más probabilidad en unos sitios que en otros). Así como señaló al oeste de los Estados Unidos, pudo haber dicho Japón y también hubiera acertado.
Las profecías sobre la guerra, la esperanza de vida y los impuestos
El estado normal del mundo en los tiempos de Nostradamus era la guerra, no la paz. Pronosticar una guerra devastadora no era muy original y la probabilidad de acierto altísima. El astrólogo francés también proyectó que la esperanza de vida iría creciendo, pasando de 80 años a dos siglos.
Teniendo avanzados estudios de Medicina, no era tan complicado pronosticar el aumento en la duración de la vida en la medida que la ciencia que tenía por oficio fuera avanzando. Quizá se pasó un poco. La esperanza de vida en los tiempos de Nostradamus no era de 80 años, era de menos de 40. A 80 llegaba muy poca gente. Todavía la esperanza de vida en los países desarrollados está lejos de 100, ni hablar de 200. Pero los avances de la Medicina (un paso decisivo sería la erradicación del cáncer) y la disminución del hambre, la llevan lenta pero constantemente en subida.
Otra de las célebres profecías de Nostradamus es la que dice que «(...) los impuestos serán abolidos. La gente se negará a pagar impuestos al rey (...)». Sus fanáticos podrán decir que acertó porque las pocas casas reales que quedan ya no cobran impuestos. ¡Pero vaya si Hacienda lo hace! En los tiempos de Nostradamus, la gente común era esquilmada con impuestos por todos lados. Había que pagarlos al rey, al señor de la tierra, al conde, al marqués y a cualquiera que lo tuviera a uno bajo su dominación. De hecho, el abuso con los impuestos fue uno de los detonantes de la gran Revolución que estalló en el país de Nostradamus poco más de 200 años después de que él muriera.
La resucitación, el idioma único y la comunicación con los cerdos
«No muy lejos de la edad del milenio, cuando no haya más espacio en el infierno, los muertos enterrados saldrán de sus tumbas», dice una de las profecías. Se supone que con la «edad del milenio» se refería a cerca del año 2000. Todavía no ha ocurrido nada parecido, pero tampoco el milenio ha avanzado demasiado. «Todo el mundo se unirá en un solo idioma», reza otra. En el pequeño mundo de Nostradamus, que todos hablaran un solo idioma era una aspiración sensata, pero hay quienes ven en esta profecía el anticipo de internet.
«Los cerdos se convertirán en un hermano para el hombre». Los más fanáticos ven aquí el amor de la gente por sus mascotas y dicen que «cerdos» es una metáfora para hacer referencia a todos los animales. Hay muchas personas, especialmente las que viven solas, que a los seres a los que más hablan es a sus mascotas. ¿Quién duda que un chico argentino o una chica mexicana se comunican con el minipig que tienen por mascota? Pero ¿tiene eso que ver con una profecía?
El impacto del asteroide
«Un asteroide impactará contra la Tierra», dice más o menos otra profecía. En un mundo sin alumbrado eléctrico y aterrorizado por truenos, centellas, rayos y cometas, el temor de mucha gente, no solo de Nostradamus, era que del cielo cayera un cuerpo que acabara con todo. Ese riesgo persiste. A cada momento se desintegra en la atmósfera un meteoroide, originando un meteoro, y frecuentemente caen trozos al planeta.
Es difícil dar crédito a las profecías contenidas en un libro que fue escrito para que no fuera entendido a plenitud. Nostradamus sabía los riesgos que corría con el «Martillo de Dios», el Santo Oficio de la Inquisición, y escribió su libro profético en un lenguaje muy complicado y en varios idiomas entremezclados. Ya te imaginarás que en la traducción cabe todo. Los partidarios de Nostradamus siempre ven sus profecías en retrospectiva, casi nunca en perspectiva. Es decir, después que un hecho ocurre, buscan entre las cientos de profecías una que cuadre. Como están escritas en un lenguaje lo suficientemente vago e impreciso, siempre hay una que se avenga con el hecho ocurrido.
Distinto hubiera sido que Nostradamus dijera que en 1883 la isla indonesia de Krakatoa se haría pedazos por la erupción de un volcán, que las cenizas alcanzarían 80 kilómetros y que 44 años después emergería del mar, en el mismo sitio, otro volcán. ¡Eso si hubiera sido sobrecogedor!
En el tiempo de Nostradamus, llamar la atención con un libro profético era fácil. Pronosticar terremotos, erupciones volcánicas, revoluciones, cese del pago de impuestos y hasta la extinción del planeta por el choque de un meteorito, es muy sencillo si no se tiene que aportar más información. Cualquiera de esas cosas puede ocurrir. Hoy, quién realice una proyección similar hace el ridículo si no aporta las coordenadas del lugar en el que ocurrirá el hecho, la hora GTM estimada y las fuentes serias en que basa su pronóstico, incluyendo los url de las mismas por si alguien quiere verificar.
Las profecías sobre terremotos
Nostradamus profetizó terremotos para Italia, con una devastadora erupción del Vesubio y para el Oeste de los Estados Unidos. El Vesubio ya había rugido varias veces y de hecho, sepultó a las ciudades de Pompeya y Herculano 423 años antes del nacimiento del astrólogo. Algunos se sorprenden de que pronosticara terremotos en el oeste de los Estados Unidos, que, como se supo mucho después de Nostradamus, es una de las zonas de mayor riesgo sísmico en el mundo por la falla de San Andrés. De hecho, San Francisco ha sufrido varios intensos sismos, el último en 1989.
En los tiempos de Nostradamus se creía que los terremotos podían ocurrir en cualquier lugar (lo que es verdad, aunque con más probabilidad en unos sitios que en otros). Así como señaló al oeste de los Estados Unidos, pudo haber dicho Japón y también hubiera acertado.
Las profecías sobre la guerra, la esperanza de vida y los impuestos
El estado normal del mundo en los tiempos de Nostradamus era la guerra, no la paz. Pronosticar una guerra devastadora no era muy original y la probabilidad de acierto altísima. El astrólogo francés también proyectó que la esperanza de vida iría creciendo, pasando de 80 años a dos siglos.
Teniendo avanzados estudios de Medicina, no era tan complicado pronosticar el aumento en la duración de la vida en la medida que la ciencia que tenía por oficio fuera avanzando. Quizá se pasó un poco. La esperanza de vida en los tiempos de Nostradamus no era de 80 años, era de menos de 40. A 80 llegaba muy poca gente. Todavía la esperanza de vida en los países desarrollados está lejos de 100, ni hablar de 200. Pero los avances de la Medicina (un paso decisivo sería la erradicación del cáncer) y la disminución del hambre, la llevan lenta pero constantemente en subida.
Otra de las célebres profecías de Nostradamus es la que dice que «(...) los impuestos serán abolidos. La gente se negará a pagar impuestos al rey (...)». Sus fanáticos podrán decir que acertó porque las pocas casas reales que quedan ya no cobran impuestos. ¡Pero vaya si Hacienda lo hace! En los tiempos de Nostradamus, la gente común era esquilmada con impuestos por todos lados. Había que pagarlos al rey, al señor de la tierra, al conde, al marqués y a cualquiera que lo tuviera a uno bajo su dominación. De hecho, el abuso con los impuestos fue uno de los detonantes de la gran Revolución que estalló en el país de Nostradamus poco más de 200 años después de que él muriera.
La resucitación, el idioma único y la comunicación con los cerdos
«No muy lejos de la edad del milenio, cuando no haya más espacio en el infierno, los muertos enterrados saldrán de sus tumbas», dice una de las profecías. Se supone que con la «edad del milenio» se refería a cerca del año 2000. Todavía no ha ocurrido nada parecido, pero tampoco el milenio ha avanzado demasiado. «Todo el mundo se unirá en un solo idioma», reza otra. En el pequeño mundo de Nostradamus, que todos hablaran un solo idioma era una aspiración sensata, pero hay quienes ven en esta profecía el anticipo de internet.
«Los cerdos se convertirán en un hermano para el hombre». Los más fanáticos ven aquí el amor de la gente por sus mascotas y dicen que «cerdos» es una metáfora para hacer referencia a todos los animales. Hay muchas personas, especialmente las que viven solas, que a los seres a los que más hablan es a sus mascotas. ¿Quién duda que un chico argentino o una chica mexicana se comunican con el minipig que tienen por mascota? Pero ¿tiene eso que ver con una profecía?
El impacto del asteroide
«Un asteroide impactará contra la Tierra», dice más o menos otra profecía. En un mundo sin alumbrado eléctrico y aterrorizado por truenos, centellas, rayos y cometas, el temor de mucha gente, no solo de Nostradamus, era que del cielo cayera un cuerpo que acabara con todo. Ese riesgo persiste. A cada momento se desintegra en la atmósfera un meteoroide, originando un meteoro, y frecuentemente caen trozos al planeta.