El niño, quien habita en Cedar Fallas, Iowa, notó por primera vez que algo andaba mal cuando despertó el 14 de octubre 2013 con mareos y una congestión en el pecho. Una radiografía de tórax mostró que se trataba de una infección bacteriana en el pulmón izquierdo, la cual más tarde sanó. Sin embargo, desde aquel día no ha sentido deseo por comer o beber, a pesar de poder oler y saborear normalmente.
El peso de Landon disminuyó de 47kg a unos alarmantes 31kg, y sus padres deben recordarle constantemente de alimentarse e hidratarse. A pesar de haber sido sometido a varias pruebas médicas, incluyendo una punción lumbar, tomografías cerebrales, y evaluaciones nutricionales y psiquiátricas, los doctores no han podido ofrecer un diagnóstico.
El hambre y la sed forman parte de un circuito controlado por diferentes niveles del cerebro, cualquier disrupción a lo largo del circuito podría ser responsable de los síntomas de Landon. El Dr. Marc Patterson, neurólogo pediatra de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, piensa que el problema podría radicar en el hipotálamo; área cerebral que controla el hambre, sed, temperatura corporal, sueño y otras funciones vitales.
Es posible que las bacterias que infectaron el pulmón de Landon hayan atravesado la barrera hematoencefálica (la membrana selectivamente permeable que separara el sistema circulatorio del cerebro) y afectado el funcionamiento del hipotálamo. Otra teoría sugiere que el niño ha desarrollado una resistencia a la hormona grelina, que estimula el hambre, o una sobreproducción de leptina, hormona responsable de la sensación de saciedad.
Si Landon continúa perdiendo peso y no puede ingerir las calorías necesarias, podría ser necesario nutrirlo a través de un tubo de alimentación. Sin embargo, conllevan un alto riesgo de complicaciones. También podría beneficiar del acetato de mestrol, un estimulante de apetito a menudo recetado a los pacientes de cáncer y SIDA.