"Muchas mujeres se preguntan qué diablos hacer para tener un orgasmo... Yo me pregunto cómo dejar de tenerlos".
Hace un par de años, Kim Ramsey expresaba su frustración con esas palabras en declaraciones al diario británico The Sun. Ramsey sufre un síndrome raro —existen unos 500 casos documentados en todo el mundo— conocido como Desorden de Excitación Genital Persistente (DEGP), lo que le provoca "gozar" de hasta 100 orgasmos al día.
Las comillas en gozar no son gratuitas: las personas que sufren de DEGP coinciden en señalar que no hay nada placentero en su condición. Su excitación genital es involuntaria, y no está ligada con el deseo sexual.
Sin llegar a esos extermos, existen otros casos en los que el orgasmo llega cuando quiere, literalemente. Imagina estar caminando alegremente por la calle, o jugando a videojuegos, o haciendo la compra en el supermercado, pensando en las facturas que tienes que pagar, y, de repente... woaaah.
El orgasmo llega por sorpresa, sin estimulación previa, sin excitación sexual, sin control. Es lo que se conoce como "orgasmic seizure", y en la mayoría de los casos es un síntoma relacionado con la epilepsia.
Tras la pista del aura orgásmica
En ciertas formas de epilepsia refleja, el orgasmo puede desencadenar una crisis. Pero también se da lo contrario: pacientes que experimentan sensaciones orgásmicas poco antes de sufrir una crisis convulsiva.
En el mundo médico se habla del "aura orgásmica" para referirse a esas sensaciones, y las investigaciones neurológicas han demostrado que esas auras están relacionadas con la activación de la región fronto-temporal del hemisferio cerebral derecho, el área involucrada en el orgasmo sexual.
Aunque algunos pacientes han hablado de sensaciones de bienestar asociadas a esos casos de aura orgásmica, la mayoría se refieren a esos episodios como incómodos, desagradables y embarazosos. En parte, porque esos orgasmos no vienen acompañados de ningún signo de excitación sexual (no hay erecciones, o contracciones vaginales), y porque son totalmente incontrolables.
En algunos pacientes se ha comprobado que esos "ataques orgásmicos" se desencadenan a partir de una actividad concreta. Uno de los casos más famosos se refiere a una mujer de 41 años que sufría auras orgásmicas cada vez que se cepillaba los dientes. Las sensaciones placenteras desembocaban siempre en un periodo de alteración del estado de conciencia. La mujer pensó que estaba poseída por el demonio.
Los investigadores neurocientíficos llevan años estudiando las reacciones del cerebro humano durante el orgasmo, pero los datos que obtienen no dejan de ser reflejo de un escenario sexual que implica muchas actividades diferentes (movimientos, reacciones al oído, a la presión al tacto, etc). El rol específico que desempeña cada parte activa del cerebro en el conjunto de la experiencia orgásmica sigue siendo una incognita. De ahí el interés en tratar de aislar los procesos neurológicos involucrados en el aura orgásmica como expresión espontánea y meramente fisiológica de esa experiencia.
Los investigadores neurocientíficos llevan años estudiando las reacciones del cerebro humano durante el orgasmo, pero los datos que obtienen no dejan de ser reflejo de un escenario sexual que implica muchas actividades diferentes (movimientos, reacciones al oído, a la presión al tacto, etc). El rol específico que desempeña cada parte activa del cerebro en el conjunto de la experiencia orgásmica sigue siendo una incognita. De ahí el interés en tratar de aislar los procesos neurológicos involucrados en el aura orgásmica como expresión espontánea y meramente fisiológica de esa experiencia.