Puccini, Mozart y Michael Jackson han estado en las últimas ediciones. Ellos nunca lo habrían imaginado en vida, pero sus obras han servido para que alguien gane uno de los campeonatos mundiales más insólitos que existen: el de silbidos.

Una vez al año, silbadores de todo el mundo se animan a participar en una sorprendente competición con más de 40 años de vida. En unos días intensos, virtuosos de la anatomía bucal interpretan temas de todo tipo con el objetivo de alzarse con la corona del mejor silbador del planeta.

Todo empezó en 1973, cuando se creó en el pequeño pueblo estadounidense de Louisburg un festival ‘folk’. Uno de los participantes pidió interpretar una canción silbando y fue entonces cuando la mecha del silbido comenzó a arder en este pequeño rincón del estado de Carolina del Norte.

El éxito de esa primera interpretación se transformó en un par de años en un certamen propio y exitoso: había nacido el festival internacional de silbidos. Ese fue solo el comienzo, claro. Con el tiempo llegarían participantes de diversos países. Canadá, Gran Bretaña e incluso Japón son algunas de las naciones que han contado con representantes en la contienda de silbadores.

La edición del año 2014 del campeonato, en la que cumplía 41 años, tuvo lugar en Tokio, y es que, aunque la inmensa mayoría de las veces la competición se ha realizado en el pequeño pueblo de Louisburg, su éxito ha hecho que en un par de ocasiones haya traspasado fronteras para celebrarse en Asia (en Japón y en China).

David Morris quien comenzó a silbar a los 15 años fue coronado como Campeón Mundial de Silbido en el 2003, tras lo cual dejó su trabajo de vendedor para dedicarse a su nueva "profesión", ya que le comenzaron a llover contratos.
Los silbadores pueden participar en tres modalidades distintas: clásica, popular y “artes relacionadas”. En la primera de ellas toca versionar a los compositores que hicieron historia siglos atrás.

En la segunda categoría vale un poco de todo. Desde música tradicional de algún punto del planeta hasta cosas más actuales, como el tema principal de la última película de James Bond.

En la tercera categoría se valora a aquellos artistas del labio que, además, mezclen los silbidos de su actuación con otras artes. Por ejemplo, puedes silbar mientras tú mismo tocas con la guitarra la canción que silbas.


El jurado valora la técnica, la presentación en el escenario y también la actuación y se otorgan cuatro premios: uno por categoría y un cuarto al ‘Gran Campeón’, el silbador que participe con más éxito en las categorías de música clásica y popular.


Mira el impresionante video de David Morris interpretando "El vuelo del moscardón" una pieza musical para virtuosos:






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