Para ello necesitarás: un cepillo de dientes (que solo usarás para este propósito) y cápsulas de carbón activado.
El proceso es muy sencillo:
Primero, humedece tu cepillo de dientes con agua como lo haces habitualmente.
A continuación, toma una de las cápsulas de carbón activado, ábrela con cuidado por la mitad y vierte el contenido en las cerdas de tu cepillo. Coloca un poco de papel de cocina debajo para no ensuciar mucho.
Y, a continuación, ¡a cepillar con energía! Hazlo como siempre: con movimientos circulares, sin olvidar la parte posterior. Al principio puedes notar poca cohesión en el carbón, pero este pronto se convertirá en una especie de pasta. Si quieres, puedes añadir un poco de tu pasta de dientes normal al principio.
Y unos 4 minutos más tarde, tras enjuagarte bien con agua limpia, compruébalo tú mismo: ¡tus dientes están más blancos que la nieve! La sensación es fantástica. ¡Tienes que probarlo!
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