La secuela de los «Los Gremlins» ya está en marcha. Lo único que se sabe hasta el momento de la tercera entrega es que continuará en la misma línea, «con el mismo universo, las mismas reglas y los Gremlins», ha asegurado Columbus. Y poco más le hace falta, si tenemos en cuenta que con esta sencilla fórmula, la película dirigida por Joe Dante que se convirtió en todo un clásico del cine adolescente de los 80, llegando a recaudar nada menos que 150 millones de dólares solo en Estados Unidos.
A pesar de éxito obtenido y cimentado a lo largo de las última tres décadas, muy pocos saben que la fama de estos seres fantásticos no llegó en 1984, con el estreno de la película, sino cuarenta años antes... por lo menos en lo que al Ejército británico respecta.
Se sabe que los gremlins son criaturas mitológicas de naturaleza malévola pertenecientes a la tradición de países de habla inglesa y nacida, probablemente, a comienzos del siglo XV. De hecho, una pequeña iglesia gótica del mismo siglo al suroeste de Nantes, Chapelle de Bethléem, alberga estatuas de estos seres en su fachada, absolutamente iguales a como aparecían en el filme.
Averías sin explicación
La historia popular, además, los describe como criaturas capaces de sabotear todo tipo de maquinaria. Una percepción que se extendió entre los soldados británicos durante la Segunda Guerra Mundial, creando cierto temor por las supuestas consecuencias de aquellas malévolas criaturas.
Al comienzo de la contienda, en 1939, comenzó a ser habitual que los aviones de la Royal Air Force (RAF) sufrieran todo tipo de fallos mecánicos a los que no encontraban una explicación sencilla. En los casos en los que nadie lograba averiguar el origen de la averías, el personal del Ejército británico comenzó a achacarlos a una extraña criatura que vivía dentro de los motores de los aviones. Curiosamente, el aviador que pilotaba ese aparato, Paul Tibbets, era el mismo que se encargo de lanzar la bomba de Hiroshima en el Enola Gay.
Esta especie de duendes eran descritos por los mismos soldados como criaturas de pequeña estatura, muy poco agraciados y que, incluso, calzaban botas puntiagudas. A raíz de ello, les bautizaron como «gremlins» y se les comenzó a achacar habilidades para destruirlo todo, de manera que su simple existencia podía explicar la caída de los aviones, sin necesidad de que hubieran sido atacados por la aviación nazi.
El nombre de aquellas criaturas terminó calando entre los miembros de la RAF. Algunos soldados incluso llegaron a informar de «avistamientos» de gremlins hembra, a los que se llamó «finellas»; e incluso de pequeñas crías de esta, bautizadas como «witgets».
El éxito de los gremlins durante la Segunda Guerra Mundial fue incuestionable, hasta el punto de que, dándole la vuelta a la supuesta perversidad de aquellos duendes, se utilizó también como mascota para traer la buena suerte de los pilotos en sus misiones contra el Tercer Reich.
«Red Gremlin»
Su fama llegó hasta el punto de que el avión del Ejército de Estados Unidos B-17 con el que el general Eisenhower voló desde Inglaterra a Gibraltar, el 6 de noviembre de 1942 para dirigir el desembarco aliado en el norte de África, rendía homenaje a estos seres. Fue bautizado como «Red Gremlin» (el gremlin rojo).
Habitualmente se atribuye a Roald Dahl esta creciente fama. Tras marcha el escritor a combatir con el Ejército británico a Oriente Medio, publicó su primer libro infantil sobre él, en 1943, titulado precisamente «Los gremlins».
Tuvieron que pasar unos cuarenta años para que estas criaturas saltaran al cine de la mano del director Joe Dante, en 1984, a la que siguió una segunda parte en 1990.
El éxito de los gremlins durante la Segunda Guerra Mundial fue incuestionable, hasta el punto de que, dándole la vuelta a la supuesta perversidad de aquellos duendes, se utilizó también como mascota para traer la buena suerte de los pilotos en sus misiones contra el Tercer Reich.
«Red Gremlin»
Su fama llegó hasta el punto de que el avión del Ejército de Estados Unidos B-17 con el que el general Eisenhower voló desde Inglaterra a Gibraltar, el 6 de noviembre de 1942 para dirigir el desembarco aliado en el norte de África, rendía homenaje a estos seres. Fue bautizado como «Red Gremlin» (el gremlin rojo).
Habitualmente se atribuye a Roald Dahl esta creciente fama. Tras marcha el escritor a combatir con el Ejército británico a Oriente Medio, publicó su primer libro infantil sobre él, en 1943, titulado precisamente «Los gremlins».
Tuvieron que pasar unos cuarenta años para que estas criaturas saltaran al cine de la mano del director Joe Dante, en 1984, a la que siguió una segunda parte en 1990.