El dermatólogo alemán Alfred Blaschko empezó a notar algo extraño al examinar a sus pacientes: en muchas ocasiones, cuando estos desarrollaban lunares o erupciones, las anormalidades en la piel solían seguir una forma muy similar. Analizando estos curiosos patrones, se dio cuenta que no correspondían con ningún sistema de órganos. No seguían los vasos sanguíneos ni los linfáticos, tampoco representaban a los nervios. ¿Qué podrían ser? Baschko ilustró sus hallazgos en un artículo, dibujando este diagrama:

En realidad, las Líneas de Blaschko se ven más o menos así:

Resulta que ahora sabemos lo que son. Las líneas de Blaschko son una evidencia de nuestro crecimiento, ilustran cómo fue que pasamos de ser un organismo compuesto por una sola célula hasta los complejos seres multicelulares que ahora somos. Cuando nuestras células se dividen, empujan a las “viejas” hacia los lados, creando patrones y líneas espirales muy parecidos a las formas que se ven cuando se pone leche sobre el café.

Es raro que estas líneas puedan observarse a simple vista, aunque un número considerable de condiciones dermatológicas hacen que sea posible (sin embargo, suele ser solo en una parte reducida del cuerpo). Si quieres ver las tuyas, podrás hacerlo bajo la luz ultravioleta.




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