No hace mucho leía a un líder religioso decir: “Nadie está preparado para la muerte”. Y sí, no es una cuestión de madurez, conocimiento o fe, aunque esos factores intervienen, pero es un hecho que el versículo más corto de toda la Biblia, dice: “Jesús lloró”. Jesús, el Creador de todas las cosas, el Unigénito, quien sabía que diez minutos después resucitaría a Lázaro, lloró ante la tumba de su amigo. ¿Por qué? Yo tengo para mí que porque hay algo en la muerte que va más allá de la madurez, el conocimiento o la fe y que toca el corazón de todos, incluso del Dado de la vida. En nuestro caso, es el dolor de la despedida irreparable, del adiós definitivo.
Ahora, este vídeo tan conmovedor nos muestra cómo el amor de una pareja de esposos puede hacer que un bebé que nace muerto, vuelva a la vida. Por supuesto es un caso excepcional y —desafortunadamente— sabemos que miles de padres desearían haber tenido un milagro semejante. Pero a mí a ti que me lees y que no hemos perdido ningún hijo, también nos hace reflexionar: Si el amor de estos padres puede traer de vuelta a un hijo del más allá, ¿no lo puede traer de regreso de las malas compañías? ¿No lo puede salvar de que tú y yo como padres lo tratemos con una mano demasiado dura? O por el contrario: Por el amor que le tienes a tu hijo, ¿no podrías dedicarle más tiempo y de paso darle un poco más de amorosa disciplina?
El amor de estos padres Revivó a su Bebé… Te Hará llorar!
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