James Bond, siempre anda acompañado de varios gadgets que, casualmente, son los que necesita específicamente para salvarse en cada película o peligro que le toque enfrentar. Siempre útiles, no todos eran acordes a la elegancia del espía y, en general, eran todos bastante extravagantes. ¿Seguirían teniendo utilidad hoy en día?

El llavero aturdidor

Todo el mundo tiene un llavero con las llaves de casa, el trabajo o el coche. James Bond no iba a ser menos, pero el suyo tampoco podía ser uno normal y corriente. Así, en ‘Alta tensión’, fardaba de un llavero que lanzaba un gas aturdidor. Efectivo, pero poco creíble (¿de qué tamaño debería ser para tener un deposito en condiciones?). Además, ahora somos ecologistas y más valdría crear un claxon de bici para confundir a cualquier malhechor con un pitido estremecedor.

La píldora rastreadora

También en ‘Operación Trueno’ vemos una píldora que permite rastrear a la persona que se la ha tomado, como si de un GPS farmacéutico se tratara. Muy ingenioso, hasta que el malvado al que seguimos tiene que ir al baño y la información se pierde por las cloacas. Ahora se destilaría cualquier chip de seguimiento, camuflado en un collar o un anillo.

Un anillo destructor

En ‘Muere otro día’, uno de los inventos que le presentan a James Bond  es un anillo que permite generar ondas capaces de destruir edificios. Más discreto que la mochila es, desde luego, pero también más disparatado. Por ahora no hay ninguna aplicación con la que sustituir este insólito invento, pero tampoco queda tanto para que tengamos anillos inteligentes.

Tarjeta de crédito ganzúa

En el ‘El mundo nunca es suficiente’, Bond cuenta con una práctica tarjeta de crédito que en su interior cuenta con varias ganzúas para hacer de las suyas en cerraduras de todo tipo. De acuerdo pero, ¿esto te lo dejan pasar en un control aeroportuario? Ahora, además, con la tarjeta de la habitación de un hotel está todo solucionado. Un ‘gadget’ demasiado anticuado que, además, es más propio de MacGyver que de Bond. Decepcionántemente patético.

La mochila voladora

Allá por los comienzos de los años 60, el Sean Connery de ‘Operación Trueno’ salía volando de los sitios en una especie de mochila-cohete, muy útil siempre en el último momento. Curiosamente, en aquella época el Ejército estadounidense estaba desarrollando el proyecto, pero todavía no se había popularizado. Ahora bien, analizándolo con frialdad, el armatoste es poco propio de James Bond. Es ingenioso como pocos, pero ¿dónde escondes semejante cacharro? Además, es imposible llevarlo a la espalda sin llamar la atención o sin arrugar el esmoquin. Ahora Bond lo desecharía por poco práctico.

Gafas de rayos X

También en ‘El mundo no es suficiente’, Bond probaba unas gafas muy particulares, con las que podía detectar las armas que llevaban guardadas sus enemigos. Es decir, algo como lo que haría un detector de metales, pero más incómodo para la vista. Más de 15 años después del estreno de la cinta protagonizada por Pierce Brosnan, estamos a la espera de que Google tenga éxito con sus gafas inteligentes para regalárselas al espía más famoso del Imperio británico. No nos extrañaría que fueran capaces de conseguir mucho más.

El cigarrillo cohete

De esto que te ofrecen un cigarrillo liado y resulta que en su interior hay un poderoso cohete capaz de alcanzar una distancia de 30 yardas (unos 27 metros). Pues con eso se encontró James Bond en ‘Solo se vive dos veces’. Creemos, sin embargo, que es una verdadera temeridad si se mezcla con otros cigarrillos que has liado. Ahora que tan de moda se ha puesto el tabaco de liar, quizá lo ideal sería colocar el cohete en un habano: hay menos posibilidad de que se lo fumen. Un envoltorio ingenioso para una herramienta realmente útil, pero cuidado con las confusiones, Bond.
Dentonita en pasta de dientes

En ‘Licencia para matar’, una pasta explosiva llamada dentonita aparecía camuflada en un bote de dentífrico. Muy poco sofisticado para Bond. Eran tiempos en los que se fumaba más, porque el detonador era precisamente un paquete de cigarrillos. En estos tiempos de ‘running’, sería más efectivo regalar un pulsómetro o una matrícula gratis en un gimnasio. Sería igual de patético y quizás, aún más efectivo.

El reloj televisión

Antes de que los ‘wearables’ se pusieran de moda (aunque Casio ya fue todo un precursor), en ‘Octopussy’ James Bond ya podía lucir un reloj que emitía imágenes en vivo y directo. Muy útil para saber el minuto a minuto de una misión, pero 30 años después está superado por cualquier ‘smartwatch’. Si lo puede llevar cualquiera en la muñeca, Bond ya no mola tanto.

Bolígrafo explosivo

En ‘Goldeneye’, nada menos que un bolígrafo de la marca Parker alberga en su interior un potente explosivo. Hay que sacar y meter la punta tres veces para activarlo, lo cual nos parece muy arriesgado si lo dejamos caer por descuido entre escolares, pero muy util para provocar el caos en un laboratorio nuclear lleno de científicos. Eso sí, en pleno siglo XXI todavía se destila el barato bolígrafo BIC, así que quizá habría que probar a insertarlo en su bola.



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