Ninguno es peor. 

“Ambos son nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo por lo que, muchos de los mitos en torno a sus efectos en la dieta, son erróneos. Las autoridades sanitarias recomiendan que en una dieta saludable y equilibrada las grasas deben aportar entre un 30 y un 35% y los azúcares menos de un 10% de la ingesta energética total. 

El problema parece radicar en que una gran mayoría de los alimentos procesados tales como los snacks, precocinados o bollería industrial son ricos en grasas y azúcares.

Por tanto, lo más importante para evitar su exceso son el consejo dietético personalizado y la educación nutricional. De manera que aprendamos a leer y a entender la información de los envases y las etiquetas de los alimentos procesados, así como a moderar su consumo diario para adecuarnos a las recomendaciones”, asegura Lourdes Samaniego, experta en nutrición de la Universidad San Pablo CEU (Madrid).



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