Al psiquiatra estadounidense Allen Frances le gusta mencionar la anécdota que vivió en una fiesta. Cada vez que pasaba el camarero con la bandeja, picaba una gamba aquí, una costillita allá, cualquier cosa... casi compulsivamente. Mientras lo explica, cae en la cuenta de que a veces se le olvidan los nombres y las caras, se preocupa en exceso por las cosas y que es bastante hiperactivo y despistado. En un momento, su mente podría amontonar cuatro trastornos, según los criterios del nuevo manual DSM. Y la lista continuaría si añadiera la pena por la muerte de su esposa o... ¡quién sabe cuántas anécdotas! El título de su último libro, Somos todos enfermos mentales, lo dice todo.
El psiquiatra Oliver Sacks decía que no deberíamos estigmatizar a la gente corriente, como él, que de vez en cuando delira, sufre alucinaciones, confunde objetos por personas... ¡Y no, no están locos! “Las alucinaciones son parte esencial de la condición humana, pero rara vez hablamos de ellas, no vaya a ser que las juzguen como un indicio de enfermedad.”
En su libro Alucinaciones, cita varios ejemplos de estas locuras cotidianas. Las alucinaciones auditivas son las más frecuentes: oír que alguien pronuncia nuestro propio nombre, ya sea una voz conocida o una voz anónima. La gente oye esas voces, pero no son amenazadoras, burlonas o instigadoras, como en caso de esquizofrenia o psicosis.
- Síndrome del Camino de Santiago. El peregrino afectado sufre alucinaciones y trastornos emocionales después de la ruta. El psiquiatra Jesús de la Gándara estudió este trastorno durante siete años en 38 personas, y en todas observó tres desencadenantes: sentimiento de misticismo, fatiga y algún antecedente de patología mental. El 70% de los afectados son varones.
- El enfermo imaginario. La convicción de padecer una o más enfermedades graves, a pesar de que todos los diagnósticos digan lo contrario, es una obsesión narcisista e implica cierta regresión infantil. Puede alterar la vida social y laboral del falso enfermo y causarle depresión. Molière la describió en la obra que lleva este título y es posible que proyectase en ella sus demonios.
- Síndrome de Stendhal. El individuo sufre taquicardia, confusión y mareo ante una obra de arte o una profusión de piezas maestras en un mismo lugar. La psiquiatra Graziella Magherini descubrió este delirio en turistas que al contemplar Florencia experimentaban una crisis de pánico similar a la que sufrió el escritor Stendhal al visitar la Basílica de la Santa Cruz: “La vida estaba agotada en mí”.
- Suicidios por amor. La tragedia Las desventuras del joven Werther, de Goethe (en la foto, la ópera de Massenet), trajo una oleada de suicidios de jóvenes que reclamaban morir como una liberación del dolor causado por un amor imposible.
- ¿Cómico o loco de remate?. Los cómicos presentan rasgos parecidos a las personas diagnosticadas de esquizofrenia o trastorno bipolar, como el comportamiento impulsivo y antisocial, según científicos de la Universidad de Oxford. Lo explica el psicólogo Gordon Claridge: “La psicosis, en su forma más leve, podría aumentar la capacidad de asociar ideas raras y conexiones originales propias de los cerebros más creativos”.
Delirios para sanos.
La gente sin trastorno mental convive con sus neuras y locuras. Se presentan de diferente forma y son transitorias
- Pesadillas. Mientras soñamos, alucinamos, igual que los pacientes esquizofrénicos; y tenemos experiencias insólitas, a veces con mucha carga emocional.
- Síndrome DE Charles Bonnet. El 10% de la gente con pérdida visual experimenta alucinaciones visuales y ve cosas o personas que sabe bien que no son reales. Casi nadie se lo comunica al médico por miedo a que le diagnostiquen una enfermedad mental.
- Ilusiones ópticas.En extrema soledad, los alpinistas, por ejemplo, tienen intensas experiencias. Sienten la presencia de alguien, escuchan voces o ven su propio cuerpo fuera de sí mismo.
- Ver a seres queridos tras su muerte. El fallecimiento inesperado o traumático de una persona allegada puede causar un duelo patológico con episodios de alucinación transitoria en los que la persona cree ver o escuchar a la persona que ha muerto.
- Alucinaciones sexuales. La escritora británica Rose Bretécher ha confesado que desde niña tiene visiones de contenido sexual muy explícito: extraños fornicando, personas desnudas, etc. Este desorden, también conocido como Pure O, es muy común en grados leves.