Poope se inspiró en un dispositivo itliano, de uso médico aprobado y testado, llamado Sirio. Sirio utiliza esa misma tecnología de ultrasonidos con fines terapéuticos para acelerar el proceso curativo en ciertos pacientes con dolencias gastrointestinales.
Dichos pacientes, cuando utilizan Sirio, experimentan ciertos sonidos y estímulos en su interior. La idea de Poope da un salto peligroso al utilizar esa misma experiencia para provocar experiencias y músicas directamente desde el interior del cuerpo.
El problema es cuando el dispositivo llega a la región gastrointestinal, algo que ocurre aproximadamente una hora tras la ingestión. Allí, puede provocar que “te arrepientas durante un tiempo de tus ganas de experimentar” según admite el propio Poope.
El “artista” intentó buscar la aprobación de varios doctores y especialistas en torno a la seguridad del dispositivo, y en todos los casos la respuesta fue similar: “Ni se te ocurra”. La campaña en Indiegogo apenas ha levantado 150€ de los 150.000 que pide. La humanidad, que por suerte es cada vez más inteligente, aunque no lo parezca.