El común y corriente Nyos, ubicado en las planicies de Camerún occidental, causó 1.800 muertes tras explotar aquella tranquila noche sin previo aviso.
El lago, situado al costado de un volcán inactivo, posee más de un kilómetro y medio de ancho y unos 180 metros de profundidad. El CO2 (dióxido de carbono) se filtró en el lago desde la capa de roca fundida del subsuelo, convirtiéndolo en uno de los tres lagos con una cantidad excesiva de este gas.
John Withington explica en su libro "Historia mundial de los desastres" como la explosión se escuchó a varios kilómetros a la redonda y el efecto que generó en los habitantes de la zona.
"Fueron pocos los que vivieron para contarlo, pero un hombre relató que había oído algo similar a una explosión, que le hizo salir al exterior, y allí vio a todas sus vacas desplomadas en el suelo. Cuando volvió a entrar en casa, encontró muertas a su mujer y a su hija", escribe en su libro.
La explosión mató a unas 1.800 personas y 6.000 cabezas de ganado. Hasta 1 km³ de gas, desplazándose a casi 50 km/h, bajó los valles circundantes, expandiéndose unos 23 km a la redonda. A medida que avanzaba, el pesado gas se ceñía al terreno, desalojando el aire y asfixiando a personas y animales.
Esa toxicidad surgió debido a que el agua había absorbido grandes cantidades de gas (CO2), y luego de mezclarse debidamente, causó el desprendimiento de una gran burbuja de dióxido de carbono.
Se trata de la erupción límnica más grave de la historia. Se cree que el gas se desprendió del fondo del lago debido a un derrumbe o un sismo. Desde 1990, un equipo de científicos franceses ha trabajado para desgasificar el lago, y se ha instalado una serie de tuberías a fin de prevenir las formaciones de dióxido de carbono.
Los efectos que tuvo en los supervivientes fueron tos y ardor de ojos y nariz, como si les hubiera tirado gas de cocina encima.