El esmalte dental es traslúcido, de modo que los dientes adquieren el color de la dentina, sustancia dura amarillenta que se halla en su interior. Así pues, los dientes ligeramente amarillentos suelen ser más sanos que los totalmente blancos. Con todo, al igual que la piel no es totalmente monocromática, el color de los dientes depende de varios factores: primero, la herencia, y segundo, las capas del diente.
No debemos esperar grandes cambios usando pastas dentífricas, y su abuso o los tratamientos caseros más eficaces pueden resultar nocivos para nuestro esmalte dental. Por ello, si se necesita obtener un blanqueamiento más eficaz exento de riesgos es recomendable un tratamiento profesional en una clínica dental, que suele realizarse mediante la técnica láser o con lámparas de diodos.
Pero tampoco debe abusarse de estos tratamientos, y debe tenerse en cuenta de que estamos hablando de tratamientos meramente cosméticos. A la obsesión por la blancura inmaculada de los dientes se la denomina blancorexia.