Aunque para los seres humanos alterar el tono de voz es algo tan natural como respirar, en realidad los mecanismos que determinan los cambios en función de nuestro estado de ánimo no se conocen con exactitud. Un nuevo estudio acaba de descubrir que no solo somos bastante sordos a la entonación de nuestra propia voz, sino que también puede cambiar nuestro estado de ánimo.

Un equipo internacional de investigadores acaba de publicar los resultados de un interesante experimento al respecto. En primer lugar, se pidió a un grupo de 109 voluntarios que leyeran un fragmento de una novela. En lugar de escuchar su voz directamente, los lectores la escuchaban a través de unos auriculares. Sin decirles nada, los investigadores modificaron la entonación, las pausas o el tono mediante software para que sonase más alegre, más triste, o más asustada.

El software que han empleado se llama DAVID, y ha sido creado por el laboratorio de neurociencia del Instituto de Investigación sobre Acústica y Música de Francia (IRCAM). Si te apetece modificar el sonido de tu propia voz en función de diferentes emociones, puedes descargar DAVID aquí para Windows y OSX. Su licencia es de código abierto.


El primer resultado de la prueba es muy curioso. Aunque las demás personas que escuchan la grabación pudieron identificar el tono de alegría, tristeza o miedo, solo 16 de los 109 voluntarios detectaron estos cambios en sus propias voces. En otras palabras, la mayor parte de las veces no nos damos cuenta de cómo cambia nuestra voz en respuesta a diferentes emociones. Nuestro enfado, por ejemplo, puede transmitirse a nuestro tono de voz sin que nosotros seamos conscientes de ello.

La segunda conclusión interesante es que, al escuchar nuestra propia voz alterada, nuestro cerebro responde en la misma dirección. En otras palabras, aunque no nos damos cuenta de que nuestra voz suena más alegre, escucharla nos sintoniza con ese tono y nos pone más alegres. Escucharla con matices tristes nos entristece, y escuchar nuestra voz con matices de miedo nos genera el mismo tipo de ansiedad.

El experimento no solo es, según sus autores, la primera prueba empírica conocida de cómo se genera respuesta emocional desde el campo auditivo, sino que abre la puerta a utilizar la voz modificada en el tratamiento de desórdenes psiquiátricos como la depresión.




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