No cabe duda, a todos nos gustan e inspiran esas casas tan monas de las revistas. Salones de 130 metros cuadrados, techos altos, ventanales que inundan el espacio de luz… y en el centro, apenas una mesita con dos libros y un sofá de diseño. Pero la realidad suele ser bien diferente y uno se las ingenia para sacarle partido a los 40 metros que habita.

Si bien es cierto que los espacios pequeños pueden resultar muy acogedores, es una pena desaprovechar las oportunidades que ofrece un salón por no saber gestionar la decoración.

Independientemente del gusto de cada uno por los espacios más barrocos o más minimalistas, existen una serie de “leyes naturales” que consiguen engañar al ojo y hacer que una habitación resulte más grande de lo que es. Conocer el papel que desempeñan el color, los estampados o la propia disposición del mobiliario es vital para sacarle el máximo partido a ese par de metros cuadrados al que llamamos hogar.












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