Capas de coloridos esmaltes que se han endurecido, gracias a las repetidas ocasiones en que entraban en los hornos las carrocerías para secarse. Algunas de estas capas más profundas incluso fueron al horno más de 100 veces.
Pintura que era pulverizada a mano y que se iba acumulando en determinadas zonas, formando grandes montones que de vez en cuando era necesario retirar.
Un proceso que con la llegada de la automatización y el uso de cabinas con brazos robóticos desapareció. Hecho que convirtió a este 'mineral' en escaso y raro.
Su fantástico colorido, que es fácil de cortar y de pulir lo convirtieron en ideal para joyería de reciclaje. En cuanto se corrió la voz acerca de este extraordinario material, fueron muchos los comenzaron a aparecer en las fábricas de automóviles, ofreciéndose para ayudar a quitar esa pintura problemática.
Los coches ahora se pintan por medio de un proceso electrostático, que básicamente lo que hace es que 'magnetiza' los esmaltes a las carrocerías. "Las minas" de Fordita están agotadas, por lo que conseguir un poco resulta casi imposible.