En Japón todo puede pasar y allí podemos encontrar el el Zao Fox Village el cual, como su nombre indica, está lleno de zorros que están deseando conocerte y ser acariciados.
Ternura color naranja
En las montañas de Shiroishi, en la prefectura japonesa de Miyagi, los vecinos decidieron erigir hace varios años un pequeño pueblecito cercado y colmado de casitas y árboles de proporciones adaptadas a habitantes "diferentes".
Más de cien zorros de seis especies diferentes conviven entre cajas de madera y escondrijos secretos en este particular pueblo en el que los lugareños alimentan y cuidan a un animal íntimamente ligado a su cultura, ya que el zorro es concebido como mensajero del dios Inari Okami, símbolo de la fertilidad y las buenas cosechas de arroz en el país nipón. De hecho, un torii típico luce erigido junto a un pequeño templo en el interior de este pueblo en cuyo umbral lucen estatuas de este alabado animal por parte de los nipones.
A nuestro paso por este singular pueblito, el visitante puede adquirir comida por 100 yenes en la entrada para interactuar con unos zorros que se revuelcan en el suelo, duermen en los árboles y se relacionan con total espontaneidad con los turistas, asemejándose incluso a un perrito que clama por un poco de comida.
Un espectáculo sin igual para los amantes de este peludo y suave animal que confirma nuevamente los aciertos (y rarezas) de la cultura nipona.
El pueblo de los zorros que existe en Japón preserva a cien ejemplares de un animal visto con ciertos prejuicios a lo largo de los tiempos pero cuya adaptación al medio y a los hombres es tan efectiva y amables como la de animales más domésticos como el perro o el gato.