Aunque en los últimos años hayamos escuchado en repetidas ocasiones que la comida orgánica aporta grandes beneficios a la salud, al bienestar animal y al medio ambiente, no es del todo verdad. Varios estudios han revelado que las ventajas de este tipo de alimentos son mucho menores de lo que nos venden. O que, incluso, pueden ser perjudiciales.
En 2012, un estudio de la Universidad de Stanford no encontró diferencias notables entre el valor nutritivo de los alimentos orgánicos y el de los convencionales. Ahora, una nueva revisión del mismo estudio lo ha vuelto a confirmar: Tampoco es cierto que los animales de granjas orgánicas vivan de forma más saludable que los otros."No existe diferencia alguna en aparición de enfermedades objetivas", concluyó un informe del Norwegian Scientific Committee para Food Safety. Además, aunque estos cerdos y aves puedan vivir en zonas abiertas, esto aumenta la presencia de parásitos, patógenos y depredadores.
Sobre el papel, los productos orgánicos están libres de pesticidas. Pero, en realidad, pueden utilizar aquellos que se consideren pesticidas "naturales". Entre ellos se cuenta el pesticida orgánico Piretrina, que ha provocado un crecimiento de 3,7 veces de casos de leucemia en los agricultores que lo manipulan.
Pero, quizá , la noción más equivocada es que la comida orgánica sea mejor para el planeta.
Si se compara un solo campo de cultivo ecológico con otro industrial, se evidencia que el primero comporta un menor impacto ambiental. Sin embargo, para cultivar la misma cantidad de productos en el orgánico, se necesita una proporción mucho más grande de tierra, por lo que termina por emitir la misma cantidad de gases de efecto invernadero y aproximadamente el 10% más de óxido nitroso, amoníaco y acidificación.
La producción ecológica a gran escala sería insostenible. Para producir de forma orgánica la cantidad equivalente a los alimentos que hay en EE. UU, sus tierras de cultivo tendrían que aumentarse a lo que equivale a casi dos veces el Reino Unido o se tendrían que erradicar las zonas verdes y silvestres de los 48 estados.
Además, esto comportaría un coste de alrededor 200 mil millones anuales de menor productividad y no poder alimentar a toda la población. Cuando un país se hace 15 millones de dolares más pobre, los ciudadanos pueden gastar menos en salud y en comida de calidad.
En su momento, Norman Borlaug, considerado el padre de la agricultura modera y Premio Nobel de la Paz en 1970, fue cuestionado acerca de si sería posible transformar todos los campos en cultivos ecológicos. "No veo a dos mil millones de voluntarios a desaparecer", dijo en referencia a que la agricultura ecológica a escala global dejaría a miles de millones de personas sin alimentos.