No hace falta que vivamos en un piso de estudiantes para que nuestra nevera sea un paisaje de desolación: vacía, desordenada o simplemente con los alimentos en el lugar incorrecto. Por eso, ahí van unos breves consejos sobre cómo mantenerlos frescos sin que amenacen con pudrirse de un momento a otro. De todos ellos ya habló Daniel Norton, un chef experto.
1. Los estantes más altos y los bastidores de la puerta son los lugares que menos enfrían
Por ello, son idóneos para productos que no requieren mucho frío.
2. Los productos más sensibles a sufrir cambios de temperatura son la leche, la carne, el pescado, el marisco y la pasta fresca
Son conocidos como alimentos de alto riesgo y deben ser mantenidos en buenas condiciones. De lo contrario pueden generar bacterias perjudiciales, según la Administración de Comida y Bebida de los EE.UU. Por ese motivo es recomendable colocarlos en los estantes más bajos (la zona que queda por encima del cajón de las verduras es la más fría) y en zonas que queden atrás del todo en el frigorífico.
3. Hay alimentos que no tienen por qué mantenerse en la heladera
En contra de lo que muchos piensan, muchos alimentos no deben estar en frío. Por ejemplo, los tomates (ya que pierden su sabor), las cebollas (se ablandan), las papas (el frío convierte el almidón en azúcar, haciendo que sepan más dulces pero arenosas). Lo mismo ocurre con la piña y el plátano: al igual que otras frutas tropicales, es preferible dejarlos fuera del frigorífico porque la baja temperatura impide que las enzimas actúen y los frutos maduren.