La Mantis religiosa es una voraz depredadora, caza al acecho, permanece inmóvil con las patas delanteras juntas (por lo que parece que está rezando), a la espera de que una presa se acerque. Cuando su víctima se posa junto a ella, lo observa girando la cabeza (las mantis gozan de muy buena vista) y lanzándose al ataque de inmediato.
Para alimentarse, es capaz de cazar: ranas, lagartijas, pequeños ratones, colibríes e incluso pequeñas serpientes pueden formar parte de su menú.