Esto es posible gracias a que el camaleón tiene un par de ojos con forma de cono, que pueden moverse independientemente el uno del otro.
Cuando detecta a una presa, los ojos rotan al frente y enfocan el mismo punto. El campo visual de cada ojo se superpone al del otro, dándole una visión binocular. Esto le permite localizar su blanco y darle caza gracias a su larga y pegajosa lengua.