La avispa alfarera, una maestra constructora
La hembra de la avispa alfarera es muy exigente con respecto a sus materiales. Si el barro está demasiado blando, espera a que se seque, y si está demasiado seco, regurgita agua de su estómago para ablandarlo y poder moldearlo con sus mandíbulas y sus patas.
Cuando obtiene la consistencia adecuada, forma una bolita y vuela con ella a su nido, y allí comienza a dar forma a la base del nido, moldeando una tira larga a la que da forma de anillo. A continuación regresa al lodazal en busca de otra bolita y agrega la capa siguiente sobre el borde endurecido de la primera.
En poco tiempo ha construido una especie de jarron bien torneado. Luego atrapa una oruga o araña, y la empuja dentro de la vasija, en la que deposita sus huevos, y la sella con arcilla. Unos días después de nacer, la larva se alimenta del insecto aprisionado y sale de la vasija ya convertida en una avispa alfarera adulta.