Diez años después, convenció al mundo de que un cosmonauta ruso se había perdido en el espacio en 1967, y dicha desaparición no se había dado a conocer.
La patraña engañó a la televisión española, que lo reportó como un hecho antes de darse cuenta de que el nombre del cosmonauta, Ivan Istochnikov, era una traducción al ruso del propio nombre del artista.
Y a la edad de 59, el minúsculo y desafiante Fontcubierta no ha perdido nada de su entusiasmo por "jugar con las nociones de la autoridad".
En la actualidad está presentando una importante exposición retrospectiva de su obra, titulada "Más extraño que la ficción".
Inicia con la taxidermia, por ejemplo una ardilla con la cola de una serpiente y una cabra con alas; luego, hay fotografías de "constelaciones" que en realidad son motas de polvo en un parabrisas de un auto y termina con imágenes del propio artista realizando "milagros", como la levitación, vestido como un monje cristiano.
La exhibición es fascinante en términos visuales, graciosa de forma subversiva e infernalmente inteligente. También es profundamente inquietante.