A un alcalde de un pueblo pesquero mexicano se le puede llamar un marido feliz. Lo único que le distingue de los demás es su esposa, que es nada menos que un... cocodrilo hembra. Es que el funcionario cree que es una princesa y que según la tradición le traerá peces, camarones y otros regalos del mar en abundancia. La novia, como dicta la costumbre, apareció en público cubierta con un velo.
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