
Wallace era un perro abandonado acogido por una protectora de animales. Su comportamiento no era ejemplar (pero es normal en un perro abandonado y encerrado en una perrera) y por ello estaban planificando sacrificarlo. Justo antes de esta desafortunada solución fue adoptado por su mejor amigo y dueño Jim Gorant, que lo convirtió en un manso y educado animal de nuevo, pero sobre todo feliz. La historia de este perro es fantástica, porque pasó de ser un perro agresivo abandonado a un manso corderito ganador de inumerables premios en campeonatos.