
En momentos en los que los problemas nos rodean dejamos de valorarnos a nosotros mismos. Como si de una torre de cartas se tratase, cada golpe en la vida es una ráfaga de viento que levanta un puñado de naipes cada vez, hasta dejarnos sin fuerza para mantenernos de pié. El mayor problema no son los problemas de alrededor, sino olvidarnos de que como personas, somos más fuertes que un castillo de naipes, que nuestra estructura es más firme que el cemento y que podemos conseguir todo lo que nos proponemos.