Tras la muerte de Richard Kiel, recordamos a los enemigos más despiadados de 007

El difunto Richard Kiel hizo carrera gracias a su físico desmesurado. Un corpachón de casi 2,20 metros de altura que llamaba la atención sin que apenas tuviera que proponérselo. Los responsables de la saga Bond, para más inri, añadieron el elemento definitivo: una dentadura metálica que ponía los pelos de punta. El resultado fue uno de los villanos más inquietantes de Bond, una fuerza de la naturaleza capaz de poner a 007 contra las cuerdas. Películas: «La espía que me amo» y «Moonraker».

La película que abrió la saga contó con uno de los villanos de nombre más resultón que ha dado el género del espionaje: el doctor No, encarnado por el actor Joseph Wiseman en «Agente 007 contra el doctor No». Uno de los mejores exponentes de científico brillante pero cruel, reside en su isla en Jamaica, desde donde traza pérfidos planes que solo Bond puede desbaratar, con su poderoso cerebro entregado a urdir el mal. Todo hay que decirlo, la irrupción de Ursula Andress en bikini blanco es la que ha pasado a la posteridad, por encima de su genio criminal.

Francisco Scaramanga es el mejor asesino del mundo, un sicario que cobra desorbitadas sumas de dinero a cambio de poner sus dotes homicidas al servicio de otros tipos sin escrúpulos, como él. En «El hombre con la pistola de oro» se beneficia de los siempre espeluznantes rasgos de Christopher Lee para ganarse el pan como uno de esos villanos que dejan huella.

Un genio del mal que dio tanto juego como para figurar en un total de siete títulos bondianos, récord sin parangón en la saga. Apariciones tan frecuentes que motivaron que Ernst Stavro Blofeld fuera interpretado, entre otros, por Donald Pleasence, Telly Savalas, Charles Gray y Max von Sydow. Su aspecto más icónico le muestra calvo y con un gato blanco siempre dispuesto a recibir sus carantoña. Un genio del mal en su más pura expresión.

Auric Goldfinger (Gert Fröbe) es el villano que presta su nombre a la entrega de 1964 protagonizada por Sean Connery, «Goldfinger». Bajo su fachada de empresario bonachón se esconde un ladrón de oro que está dispuesto a todo con tal de engordar sus ganancias. Su plan definitivo consiste en depositar un artefacto nuclear nada más y nada menos que en Fort Knox. Por suerte, ahí está Bond para pararle los pies.

El actor danés Mads Mikkelsen se convirtió en el primer gran villano de la nueva era Bond, cuando el personaje pasó a manos de Daniel Craig. Genio de las matemáticas y el ajedrez: hasta ahí, sin problemas. Pero con una ocupación que le sitúa en el radar del MI6: financiar terroristas. Sus habilidades para el juego le llevan a un torneo de póker en el «Casino Royale» que da título a la película. Y es ahí donde se cruza su camino con el de Bond, James Bond.

Javier Bardem tuvo la oportunidad de inscribir su nombre en la ilustre lista de villanos de Bond al encarnar al inquietante Raoul Silva en «Skyfall». En la que es, probablemente, la mejor entrega desde que Craig da vida al espía, el actor español dio mucho que hablar desde el primer momento, cuando se filtraron las primeras imágenes en las que lucía un llamativo tinte rubio. Más allá de la novedad capilar, su carácter ambiguo y despiadado le convierten en uno de los adversarios más escalofriantes que han puesto en jaque a 007.

Pocos malos tan refinados como el Hugo Drax (Michael Lonsdale) de «Moonraker». Un multimillonario sin escrúpulos y escaso (o nulo, mejor dicho) respeto por la raza humana. Una falta de compasión por sus congéneres que le lleva a trazar un diabólico plan maestro: seleccionar a un grupo de elegidos que huirán a bordo de naves espaciales de la Tierra, rumbo a una estación espacial. ¿Y el resto? Borrados del mapa mediante armas químicas. Un hueso duro de roer para el Bond de Roger Moore.







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