La ira es una emoción primaria. Se expresa por medio del resentimiento, furia e irritabilidad. A su vez, es vista como una forma de reacción y respuesta de evolución para permitir enfrentarse con amenazas. Nacemos con ella, junto con capacidad de amor y miedo. Manejar la ira no es sencillo, pero con autoconocimiento, voluntad y compromiso se puede mejorar el vínculo con los demás. 

  • Fomenta el diálogo. Frente a situaciones incómodas, emociones encontradas y dificultad para vincularse, las personas tienden a callar lo que sienten y esperan que las cosas se solucionen. Para que algo suceda, debes trabajar para lograrlo. Cuando algo te irrite, te haga sentir incomodidad o disgusto, puedes hablarlo, antes de que la ira te invada y no puedas evitar pelear.
  • Meditación. Al meditar la mente alcanza profundos estados de calma y tranquilidad, que pueden ayudar al cuerpo a relajarse y tramitar la ira. La meditación es la condición natural de la conciencia humana, que es capaz de comprender por sí sola el significado de su existencia. Esta percepción es interrumpida por estímulos del mundo externo que captan la atención. La práctica de una rutina de meditación permite que la mente recupere su estado básico primordial.
  • Alimentación y sueño. El cuerpo necesita una dieta balanceada y descansar. Tanto la falta de nutrientes esenciales como un mal descanso pueden llevar a estados de ira. Un plan de alimentación balanceado debe incluir, a diario: seis porciones de hidratos de carbono complejos, cinco de frutas y verduras, dos de productos lácteos, dos de proteínas y entre quince y veinticinco gramos de grasas o aceites.
  • Tiempo de espera. Muchas veces habrás escuchado: "cuenta hasta diez antes de responder". Aunque parece trillado, funciona. Evita que se apoderen de ti los impulsos, bajan los niveles de ansiedad y tu mente puede encontrar un espacio para reflexionar. Según la Psicología del Self, cuyo máximo exponente fue Heinz Kohut, un Self sano es cohesivo, vigoroso y armónico, capaz de integrar las emociones y ejecutar el pensamiento sobre ellas. Frente a una situación de disgusto, debes poder tomar una distancia emocional óptima que te permita guiar tus emociones a la luz del pensamiento.
  • Ejercicio. Está comprobado que hacer actividad física ayuda a liberar las emociones. Cuando haces ejercicio, el cerebro segrega neurotransmisores y hormonas involucradas en la sensación de felicidad y alegría. Los expertos sostienen que no es necesario hacer una rutina de gimnasio que implique inversiones de tiempo y dinero. Puedes por ejemplo, si utilizas transportes públicos, optar por caminar un poco antes de emplearlos. Si necesitas utilizar un automóvil, en cambio, puedes optar por aparcar unos metros más lejos del destino y llegar allí a pie. En lugar de utilizar un elevador, elige las escaleras.
  • Humor. Una buena forma de manejar la ira puede ser el empleo del chiste. En la Edad Media, el bufón era el único autorizado a decir las verdades más crudas al Rey. La clave del humor radica en el uso de metáforas: un recurso lingüístico que se vale de desplazamientos. Es decir, que por medio de un chiste, se pueden decir ciertas cosas que de otro modo serían hirientes. Recuerda que es un recurso delicado, ha de ser empleado oportunamente y en miras de construir en el vínculo.
  • Autocrítica. Aceptar las limitaciones propias y dificultades permite mejorar el manejo de la ira. Implica mucho trabajo personal, de autocrítica y descubrimiento. Pero, cuando aprendes a reírte de ti mismo, encuentras caminos alternativos para modificar aquello que no te gusta. Recuerda que puedes concebir un defecto como una debilidad, pero al reconocerlo, puedes transformarlo en una oportunidad para maximizar tus fortalezas. Las psicoterapias suelen ser exitosas al modificar aspectos de la personalidad que resultan poco adaptativos.
  • Perdonar. Al discutir, la ira y el enojo florecen. Las relaciones maduras implican aceptar las equivocaciones. Cuando se llega a un acuerdo, o se cometen actitudes desafortunadas, es fundamental disculparse o aceptar ese reconocimiento por parte del otro. El rencor es inconducente, la ira acumulada no favorece, sólo destruye.
  • Haz lo que te guste. A veces no es posible hacer todo los que nos gusta. Tal vez necesitas trabajar, y no puedes desempeñarte momentáneamente en aquello que te gustaría. Pero, a lo largo del día, puedes encontrar pequeñas actividades que impulsen momentos de felicidad. Recuerda que la creatividad es una característica básica de la salud mental.
  • Diferencia sustancial. Es fundamental comprender que la ira es inevitable. Forma parte de la convivencia, como parte de las emociones primarias. No es posible manejarla, pero se puede elegir como obrar frente a ella: y hace a una diferencia fundamental. Aceptar que existen aspectos positivos y negativos en toda situación, ayuda a posicionarse de un modo distinto frente a cualquier vínculo. La clave radica en poder tomar lo favorable, trabajar sobre cuestiones desagradables, y aceptar, dentro de los propios límites de la tolerancia, lo que no se pueda modificar.
  • Ambiciones, talentos y habilidades. La ambición es constitutiva en el ser humano. Por naturaleza, se tiende a fijar metas y logros a alcanzar, de modo tal que se organizan los medios en miras de propósitos. Es saludable fijar objetivos en función de los talentos y habilidades, para evitar frustraciones que lleven a estados de enojo e ira. Expertos en Psicología del sí mismo, como Erik Erikson o Heinz Kohut, sugieren que el ser humano debe animarse a explorar sus capacidades para armar proyectos que guíen el plan de vida.
  • Tomar un baño de inmersión. El agua es por excelencia el elemento más primitivo en el desarrollo del ser humano. Durante el embarazo, el niño se encuentra inmerso en un medio líquido que provee calma, comodidad y tranquilidad. Frente a momentos de ira, tomar un baño de inmersión es un buen recurso, dado que recrea esa sensación de calma y bienestar que se aloja como recuerdo en las profundidades del inconsciente.
  • Grupos de ayuda. Cuando el manejo de la ira se torna un problema, se puede buscar ayuda de especialistas. Compartir problemas con otras personas que padecen situaciones similares ayuda a la identificación, fomenta proyecciones y facilita la posibilidad de abordar la problemática a partir de una situación colectiva.
  • Empatía. Existe una tendencia general a pensar que los demás son como tú. Este error ayuda a que, frente a diferencias, te irrites y enojes, dado que no comprendes por qué el otro responde de determinadas maneras. Resulta fundamental desarrollar la empatía, para comprender al otro desde su vivenciar y aceptar sus virtudes y defectos.


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