Una noción que más o menos todos conocemos es que la genialidad y la locura están profundamente relacionadas.

Toda clase de genios a lo largo de la historia de la humanidad han demostrando tener cierto grado de locura o directamente trastornos mentales (Vincent Van Gogh, Virgina Woolf, John Forbes Nash, Ernest Hemingway), y la ciencia ha probado que tanto la creatividad artística como científica suelen provenir del mismo lugar que algunos trastornos mentales como la bipolaridad, la depresión o la esquizofrenia.

Pero aún sin llegar a tales límites de locura, se puede observar en varios célebres personajes históricos, que se destacaron por su notable intelecto y su contribución al arte o a la ciencia, un innegable toque de excentricidad.

A continuación, puedes ver algunos ejemplos de este fenómeno, con estos 6 genios de las ciencias y las artes que tenían las más extrañas costumbres cotidianas.
Honoré de Balzac

Los hábitos de trabajo del autor de Papá Goriot y La comedia humana son conocidos y legendarios. Para escribir, Balzac tenía una asombrosa dedicación y concentración. Su método era comer algo liviano alrededor de las 5 o 6 pm, y luego dormir hasta medianoche. Al levantarse, se sentaba a escribir y podía hacerlo por horas. Frecuentemente escribía durante 15 horas o más. En una oportunidad, trabajó 48 horas, con sólo 3 horas de descanso en el medio. ¿La clave para tal dedicación?

El café. Según se ha dicho, Balzac consumía alrededor de 50 tazas de café diariamente. En un artículo publicado en una revista francesa en la década de 1830, Balzac escribe sobre su bebida favorita:

“El café cae en tu estómago e inmediatamente se siente una conmoción. Las ideas comienzan a moverse como batallones de un gran ejército en el campo de batalla, y la batalla ocurre. Las cosas recordadas llegan a todo galope, trayendo consigo el viento”.
Sigmund Freud

También es muy conocida la afición de Sigmund Freud por la cocaína, que desarrolló mientras dejaba de fumar, ya que dejar el hábito de fumar lo había sumido en una gran depresión.

Freud fue uno de los primeros consumidores y defensores de la cocaína como estimulante y como analgésico, y estaba convencido que era una cura para varios problemas mentales y físicos, entre ellos la depresión. Sin embargo, pronto se comenzó a notar que el único consumo seguro de esta droga era como anestésico, y que en el resto de los casos era muy peligrosa, ya que provocaba una gran adicción y eventuales sobredosis, lo que dañó un poco la reputación de Freud.

Si bien tras esto dejó de recomendar la cocaína públicamente, él siguió consumiéndola para tratar la depresión, las migrañas y la sinusitis. Se cree que muchas de las teorías psicoanalíticas más tempranas de Freud resultaron de su consumo de cocaína.
Albert Einstein

La excentricidad de Einstein se observó desde que era muy pequeño, cuando su comportamiento poco habitual para un niño hizo a sus padres y maestros sospechar que podía ser retrasado. Einstein no aprendió a hablar hasta los 3 años, pero incluso mucho después, a los 9 años, no era mucho lo que hablaba y casi siempre respondía a las preguntas muchos minutos después, tras pensar y reflexionar la respuesta.

Nunca fue un buen estudiante y en sus primeros años como científico trabajó completamente solo y aislado. Einstein mismo consideró que este extraño comportamiento, fue lo que le permitió centrarse en algunos conceptos esenciales de la vida, como el tiempo y el espacio, y fue lo que eventualmente le permitió llegar a sus grandes hallazgos científicos, como la teoría de la relatividad.

En un libro de memorias escrito por el chofer de Einstein, este hombre reconoce que la excentricidad seguía ocasionalmente presente en sus años adultos. Cuenta que, por ejemplo, en una oportunidad, encontró un saltamontes en el suelo, lo levantó y se lo comió. También que ocasionalmente salía a pasear con su violín, observando los pájaros, mientras tocaba melodías de Mozart y las lágrimas caían por sus mejillas.

Nikola Tesla

Tesla es sin dudas uno de los inventores más populares y significativos de la era moderna, pero su reputación es la del arquetípico “científico loco”, debido a que poseía muchas excentricidades.

Se sabe que su rutina diaria era trabajar desde las 3 am hasta las 11 am de manera ininterrumpida, y a causa de ello tuvo un colapso mental a sus 25 años, lo que de todas maneras no evitó que se recuperara y mantuviera esta rigurosa agenda de trabajo. Tesla era célibe (una famosa cita suya dice que no considera que haya muchos grandes inventos realizados por hombres casados), y prefería la compañía de las palomas, sus aves favoritas.

Además, tenía una abierta repugnancia por las personas con sobrepeso (una vez despidió una secretaria por este motivo), le daba una gran importancia a cómo las personas se vestían (era habitual que obligara a sus ayudantes a volver a su casa y cambiarse la ropa) y odiaba toda clase de joyas, especialmente las perlas.
Stephen King

Uno de los escritores más prolíficos y exitosos de la literatura estadounidense se destaca también por su riguroso método de trabajo y por la refexión acerca de su oficio.

En el año 2000, Stephen King publicó un libro titulado Mientras escribo, precisamente centrado en sus experiencias como escritor, que sirve además como guía para todos los aspirantes a este oficio. En este libro, King dice: “Creo que el camino al infierno está pavimentado de adverbios” y ahonda en la explicación de por qué este tipo de palabras deben evitarse a toda costa.

Pero Stephen King lleva a la práctica lo que predica, y parte de su ejercicio para mantenerse activo, consiste en escribir todos los días un texto de 2000 palabras que no contenga ni un solo adverbio.
Thomas Edison

Thomas Edison tenía un peculiar método para reclutar ayudantes, que si bien suena excéntrico y absurdo, también tiene algo de razonable.

Los que se presentaban para ayudar a Edison en una de sus investigaciones debían atravesar un duro proceso de selección conducido por el inventor, en el que, entre otras cosas, debían tomar un plato de sopa en frente a él. Edison evaluaba el hecho de que el potencial ayudante condimentara la sopa o no. Si una persona le agregaba sal sin antes haberla probado, Edison no lo contrataba, ya que concluía que era alguien demasiado inclinado a realizar demasiadas suposiciones.

Por otra parte, Edison también tenía un régimen de sueño que, en su opinión, mejoraba su productividad. En lugar de dormir como es habitual, 8 horas por día de una vez, dormía en tramos de un par de horas a lo largo de todo el día, una práctica que se conoce como "ciclo de sueño polifásico".






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