Convertir las cenizas en diamantes
Lo explicábamos por aquí hace poco, aunque la técnica lleva años en el mercado. Básicamente, se trata de someter las cenizas del difunto a altas presiones y temperaturas en un proceso no muy diferente del que se utiliza para la creación de diamantes artificiales para uso industrial. El resultado es un pequeño diamante de tono más o menos azulado en función de la cantidad de boro presente en la ceniza. Algunas empresas incluso ofrecen ya opciones para engarzar la gema en diferentes joyas.
Enviar las cenizas al espacio
Dispersar las cenizas de un fallecido en el mar tiene su contrapartida más futurista en hacer lo mismo, pero en el espacio. Las exequias de este tipo varían. Algunas empresas como Stardust Ashes ofrecen un sistema basado en globos aerostáticos que elevan las cenizas hasta una altura de 30 kilómetros (la estratosfera) y las esparcen allí.
Otras funerarias como Celestis ofrecen servicios bastante más radicales que incluyen el lanzamiento de cohetes con pequeñas cápsulas que contienen parte de las cenizas del finado. El precio varía en función de hasta donde queremos enviarlas. Poner las cenizas en órbita cuesta en torno a 5.000 dólares. Enviarlas más allá de la órbita terrestre hacia los confines del sistema solar asciende a 12.000 dólares.
Firmar para ser exhibido en un museo de arte
El artista alemán y científico alemán Gunther von Hagens es muy conocido por exhibir cuerpos humanos plastificados mediante una técnica habitual para los laboratorios forenses y de anatomía llamada plastinación. El proceso consiste en extraer el agua de un cuerpo con acetona fría, y luego sustituirla por una solución plástica que se endurece, manteniendo los tejidos con un aspecto muy parecido al original.
Von Hagens muestra cuerpos humanos tratados de esta forma realizando actividades cotidianas. Aunque su obra fue acogida con cierta polémica al principio, hoy el artista está considerado un divulgador en anatomía y sus obras son valiosas. Su empresa admite donaciones de cuerpos para plastinación, y ya ha recibido miles de peticiones.
Disolver el cuerpo mediante liquidificación
La cremación evita tener que mantener los restos durante años bajo tierra, pero consume grandes cantidades de energía. Varias empresas de servicios funerarios están luchando para implantar un proceso alternativo llamado liquidificación o bio-cremación (resomation, en inglés).
La técnica utiliza agua mezclada con hidróxido de potasio a una temperatura de 180C. La combinación de altas presiones, temperaturas y elevada alcalinidad del agua disuelven completamente el cadaver hasta dejar tan solo unas cenizas que, al eliminar el agua, no son muy diferentes de las que quedan tras la cremación. El proceso no utiliza ácidos ni es un equivalente a hervir el cuerpo. Además, consume 8 veces menos energía que la cremación tradicional y solo tarda entre dos y tres horas.
Funeral criónico
Consiste en ultracongelar el cadaver mediante nitrógeno líquido y conservarlo en una cápsula cerrada. Esta práctica lleva realizándose aproximadamente desde los años 60. La idea es conservar el cuerpo con la esperanza de que, en el futuro, la ciencia tenga los medios suficientes como para reanimar el cádaver y curar la enfermedad que haya producido el fallecimiento.
Legalmente, no es posible crioconservar a una persona viva, de ahí que el proceso ocurra inmediatamente después de que se haya certificado su fallecimiento. Conservar un cadaver de esta forma es caro, así que el método está limitado a un puñado de famosos excéntricos. La viabilidad futura de un cuerpo sometido a este procedimiento es aún motivo de debate científico.
Cremación por frío y ultrasonidos
Mientras unos utilizan las bajas temperaturas para intentar preservar el cuerpo, otros las utilizan para tratar de disponer de él. Una bióloga química sueca llamada Susanne Wiigh-Mäsak ha diseñado un método de cremación bastante poco convencional. Se trata de utilizar ultracongelación por nitrógeno líquido, combinada con ultrasonidos que reducen el cadaver a unas finas escamas.
Después, una cámara de vacío extrae todo el agua dejando unas pocas cenizas. Aunque parece complicado, su creadora asegura que es menos contaminante y consume menos energía que la cremación convencional.
Disolver el cuerpo con extracto de lima
Esta técnica ha sido desarrollada de forma específica en Noruega, donde las bajas temperaturas y la costumbre de enterrar a los fallecidos envueltos en plástico generó un problema realmente inusual: los cementerios no podían reaprovechar el espacio porque los muertos no se descomponían.
La solución llegó de la mano de Kjell Larsen Ostbye. Este empleado de servicios funerarios ha diseñado un método que introduce varias sondas en la tierra que inyectan extracto de lima en en cuerpo, asegurando su completa desaparición en menos de un año. No se descarta que el método acabe exportándose a otros países donde el espacio para enterramientos es un problema.