Una persona promedio pasará el 36 por ciento de su vida durmiendo, es decir, algo más de 8 horas. Esto significa que si vive 80 años, 29 habrá estado dormido.
Durante el sueño, el cerebro no se apaga. De hecho, algunas áreas del cerebro permanecen más activas durante el sueño que durante la vigilia. Esto es debido a que no hay una única zona activa sino varias partes involucradas. Junto al hipotálamo se encuentran dos grupos neuronales, los núcleos supraquiasmáticos (NSQ), que regulan las fluctuaciones diarias de la presión arterial, la temperatura, el nivel de actividad y el estado de alerta. También le indican a la glándula pineal cuando liberar melatonina, Un aumento en su concentración en nuestro organismo nos provoca sueño y nos hace despertar cuando disminuye. La melatonina también estimula la secreción de la hormona del crecimiento, por eso crecemos mientras dormimos. A su vez, actúa como un potenteantioxidante combatiendo los radicales libres y mejora el sistema inmunológico, ayudando a inhibir algunas infecciones.
Los núcleos NSQ son influenciados por las células llamadas “ganglionares” que se encuentran en la retina de ambos ojos y que le informan de la percepción de luz solar o de su ausencia. De esta forma, el reloj circadiano sincroniza nuestro todas las células de nuestro cuerpo con los ciclos de luz y oscuridad causados por la rotación de la tierra y se encarga de regular el hábito diario de dormir por la noche y despertar por la mañana.
Fases del Sueño
Mientras dormimos se repiten ciclos de sueño de aproximadamente 90 minutos que a su vez se dividen en cuatro fases. La primera fase de la noche es un estado de somnolencia o relajación antes de dormir. La segunda hace de puente entre la primera y tercera con un sueño superficial. Es en las dos últimas cuando realmente descansamos, con un sueño profundo y donde se dan los ronquidos, al volverse la respiración más lenta y constante y bajar el ritmo cardíaco. Es en esta fase también en la que los sonámbulos se levantan y nuestro cuerpo se regula térmicamente.
Cuando termina un ciclo entramos en el siguiente gracias a una fase similar a la primera denominada REM (o MOR) que ocupa entre el 25 y 30 % del total. En esta fase es donde se producen los sueños y donde tenemos atonalidad muscular, esto significa que nuestros músculos están totalmente relajados y no se ven influenciado por la actividad del cerebro.
Cuando termina un ciclo entramos en el siguiente gracias a una fase similar a la primera denominada REM (o MOR) que ocupa entre el 25 y 30 % del total. En esta fase es donde se producen los sueños y donde tenemos atonalidad muscular, esto significa que nuestros músculos están totalmente relajados y no se ven influenciado por la actividad del cerebro.
Cuando dormimos nuestro metabolismo se reduce lo que implica también un ahorro de 110 calorías por noche. Esta reducción no es significativa, ya que durante el suelo nuestro cerebro demanda mucha energía por su intensa actividad eléctrica en su proceso de consolidación de la memoria. Esta consolidación permite un aumento de nuestra creatividad y una mayor capacidad de resolver problemas complejos. Este proceso se da en la fase REM cuando el cerebro procesa la información que ha reunido, de manera aleatoria, durante el día con experiencias, pensamientos, ideas o imágenes para luego unirlas de un modo que aparentemente sea lógico. Así, las conexiones neuronales sinápticas importantes se ligan más fuertemente, y perduran más tiempo, mientras que las no importantes tienden a desaparecer.
Una cuarta parte de toda la energía necesaria para hacer funcionar el cuerpo es consumida por el cerebro, a pesar de que sólo representa el dos por ciento de la masa del cuerpo. La entrega a todas las células que constituyen el cerebro de los nutrientes y oxígeno necesarios para obtener tal energía se realizan por medio de los vasos sanguíneos que conforman el cerebro.
El sistema linfático es un sistema paralelo al sanguíneo encargado de eliminar los desechos y toxinas liberadas por las células del organismo como consecuencia de su funcionamiento en el torrente sanguíneo. Sin embargo, el cerebro no cuenta con dichos vasos linfáticos por lo que emplea el líquido cefalorraquídeo que lo rodea. Cuando dormimos, este líquido es bombeado a través del cerebro, ya que las células que lo conforman se encogen y dejan huecos entre ellas. De esta forma, los desechos producidos por las propias células cerebrales, principalmente beta-amiloide, son arrastrados y reconducidos al torrente sanguíneo para su posterior eliminación. En conclusión, mientras dormimos nuestro cerebro se limpia contribuyendo a un menor riesgo en el desarrollo de enfermedades como el Alzheimer.
Una cuarta parte de toda la energía necesaria para hacer funcionar el cuerpo es consumida por el cerebro, a pesar de que sólo representa el dos por ciento de la masa del cuerpo. La entrega a todas las células que constituyen el cerebro de los nutrientes y oxígeno necesarios para obtener tal energía se realizan por medio de los vasos sanguíneos que conforman el cerebro.
El sistema linfático es un sistema paralelo al sanguíneo encargado de eliminar los desechos y toxinas liberadas por las células del organismo como consecuencia de su funcionamiento en el torrente sanguíneo. Sin embargo, el cerebro no cuenta con dichos vasos linfáticos por lo que emplea el líquido cefalorraquídeo que lo rodea. Cuando dormimos, este líquido es bombeado a través del cerebro, ya que las células que lo conforman se encogen y dejan huecos entre ellas. De esta forma, los desechos producidos por las propias células cerebrales, principalmente beta-amiloide, son arrastrados y reconducidos al torrente sanguíneo para su posterior eliminación. En conclusión, mientras dormimos nuestro cerebro se limpia contribuyendo a un menor riesgo en el desarrollo de enfermedades como el Alzheimer.
Tras una semana de privación del sueño (dormir menos de 6 horas al día), se altera el normal funcionamiento de al menos 711 genes. Algunos de estos genes son los que permiten a nuestro organismo nutrirse de proteínas que son usadas para reparar los tejidos dañados. Otros son los encargados de la respuesta inmunitaria o del propio metabolismo. También regula el nivel de estrés. El aumento de los niveles de estrés aumenta la glucosa en la circulación provocando con el tiempo su intolerancia, y por tanto diabetes tipo 2.
Sueño Reparador
Aunque el sueño normal de una semana es suficiente para restaurar el normal funcionamiento de los genes afectados, períodos prolongados de falta de sueño pueden conducir a serios problemas de salud como la obesidad y las enfermedades cardíacas, como consecuencia de un aumento de la presión arterial.
Las horas necesarias de sueño no se reducen al aumentar la edad, sino que los microsueños también contribuyen al tiempo necesario. En general, se considera que las personas en edad adulta deberían dormir entre siete y ocho horas cada noche, estando en cuatro el mínimo. La calidad de sueño también viene determinado por dormir todos los días la misma cantidad de horas, y en lo posible en el mismo horario. Aún así, el gen Lhx1 permite al individuo adaptarse más rápidamente a una descompensación horaria (jet-lag) cuando se encuentra en una baja concentración ya que provoca una baja sincronización entre las neuronas.
Un déficit en las horas de sueño afecta a las habilidades sociales al volvernos más irritables y al disminuir nuestra paciencia. La interrupción del sueño también está relacionada con la depresión, la esquizofrenia o el desorden bipolar. Es por ello que regularizar el sueño reduce el grado de desarrollo de las enfermedades mentales. Los niños que durmieron más tienen un mejor manejo de sus emociones y estaban más alerta en clase…